Poemas

Luis Muñoz
 
 

Con sus palabras

 
 

        (Miguel Hernández)

 
 

Dilo con tus palabras —pide

mientras que el autobús renquea

al emprender una subida.

 
 

Yo no sé —le responde—,

es como un nudo en medio

del esternón,

algo que no te deja libre

ni un momento,

un golpe sin destino

que si lo olvidas da, al poco rato,

mucho más fuerte.

 
 

Ahora con las suyas,

de uno de sus últimos poemas:

Solo la sombra. Sin astro. Sin cielo.

Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles

dentro del aire que no tiene vuelo,

dentro del árbol de los imposibles.

 
 

Sí y No

 
 

(Con W. H. Auden)

 
 

—¿Los recuerdos se alegran si apareces?

—¿Duermen su noche eterna

y cuando pasas fingen vigilar?

—¿Pueden vivir en una silla

o en los climas cautivos

de una conversación?

—¿Lo saben si son dulces?

—¿Abandonan alguna vez?

—¿Pertenecen a quien no los toma en serio?

—¿Se cultivan mejor de noche?

—¿Se cruzan en el cielo

como estelas de avión?

—¿Huyen si los convocas?

—¿Se hacen pasar por otros?

—¿Se encuentran con que tiran

dos del mismo hilo?

—¿Son capaces de ideas?

—¿Se les nota qué son

entre el resto de espíritus?

—¿Han sentido la gana de no ser?

—¿Terminan estallando como pompas al aire?

—¿Van perdiendo palabras en su ruta?

—¿Acometen acciones por su cuenta?

—¿Se recargan

sin que nadie los toque?

—¿Sufren de vértigo?

—¿Nunca se equivocan?

—¿Pueden ser inocentes?

—¿Se despegan de un sitio

para pegarse a otro?

—¿Les atraen sus contrarios,

es decir, los olvidos,

las pistas del presente?

—¿De verdad se repiten?

—¿Son trozos de película?

—¿Son más como conservas,

como fruta en almíbar?

—¿Se creen importantes?

—¿Se encuentran atractivos?

—¿Detestan competir

con las fotografías?

—¿Organizan viajes a la nada

ida y vuelta?

 
Axioma 6
 

¿Pobre Cervantes?

 
 

(Leyendo la biografía de Jean Canavaggio)

 
 

Si se deja la piel en el intento,

si combate sus límites,

si cae y se levanta,

si el tiempo le succiona

pero el resiste ahí,

una vez y otra vez

punteando lo oscuro

con luz que encienden solo

las palabras, no me da pena.

 
 

No más que tú o que yo

con nuestro nuevo día,

esa porción de venga, de quizá,

llena de estambres vivos

y de cielos cruzados,

buscando, a ver, por dónde.

 
 

La concursante (TV)

 
 

Le dice solamente que es su sueño.

La vida le ha arrastrado hasta este filo.

Si puede atravesarlo, bien.

Si no, otro argumento, y mal.

 
 

Los demás concursantes,

porque han venido a eso,

son amigo-enemigos.

 
 

Las lágrimas rebosan por el agua

cerrada que hierve en su interior.

 
 

Resplandece

si lo posible suelta a lo imposible

como lastre de un globo.

 
 

Si coinciden los dientes del azar

con las muescas del día.

 
 

Si la conciencia flota

como un humo cortado

y el reloj de la gana

se detiene un momento.

 
 

Si logra ser la mosca

encima de los focos.

 
 

Me deja estar

 
 

Mejor no lo subrayo.

El día pasa

con su ligero azul sobre las lomas.

 
 

Me deja estar en otros.

Me atraviesa sin daño.

 
 

Su voluta de sol sobre mi frente.

Su penumbra escarchada

al borde del camino.

 

 

Luis Muñoz nació en Granada en cuya universidad se licenció en Filología Española y Románica. Dirigió el Aula de Literatura de la Universidad (1992-2000) y la revista de poesía Hélice (1992-2002). Sus poemarios incluyen: Septiembre (1991), Manzanas amarillas (1995), El apetito (1998), Correspondencias (2001), Limpiar pescado. Poesía reunida (2005) y Querido silencio (2006). Actualmente es Visiting Professor en la Universidad de Iowa.