De Poemas del retorno

Anahí Viladrich

 

 

Incertezas

 

Madejas insaciables de recuerdos

se amontonan en el hueco

momentáneo de tus manos.

Certidumbres pasajeras

que no duran ni perduran.

 

Incertezas sin rumbo ni destino

vectores del pasado

se agazapan

coartándome las puertas de salida.

 

Tus ojos en mi boca

mi vientre en tu regazo

y mi lengua mordaz

que te susurra

estribillos sin surcos

estrofas sin vocales

para conjurar tu vuelta.

 

Incertezas sin tiempo

construyen mi regreso

de azares y azahares

robados en altillos

rasguñados por otros.

 

Tus ojos en mi boca

y mi lengua mordaz

que te incita a quererme

con promesas paganas.

 

Madejas insaciables de recuerdos

se trepan a las cornisas

maltrechas de tu espalda y la mía.

Certidumbres de encuentros

que aún buscan su cauce

en los riachuelos que alguna vez

nadamos juntos.

 

No hay vuelta sin partida

que resista el abandono.

No hay prosa que dibuje

mi viaje sin retorno.

Solo imágenes furtivas

de caricias eternas

de quien, alguna vez,

imaginaste aquí a tu lado,

Y te dejó su sombra

volátil, voraz, ligera…

 

No hay vuelta sin partida

ni invocaciones prófugas.

Solo tus ojos en mi boca

y mi lengua mordaz

que te busca sin testigos

para amedrentar tu paso.

 

Madejas insaciables de recuerdos

auspician mi partida.

Sin quimeras para invertarse otro final

que el que ya escribimos tantas veces

en servilletas usadas de aeropuertos.

 

 
Saber volver… a Buenos Aires
 

Saber partir

sin ruegos ni pedidos

sin puertas de salida

ni sermones de entrada.

 

Saber decir adios sin despedirse

sin saber que son solo estaciones de invierno

Crucifijos del alma que se esconden

y te asaltan como bestias heridas…

 

Saber volver a los que amamos

y nos tiñen de negro.

Cuentapropistas del cariño,

jornaleros del afecto a plazo fijo

que nos reprochan casi todo

y amordazan mi vida.Ana Lia Werthein. obra8

 

Saber partir,

y recordar tu rostro,

tus lunares, tu boca,

tan poco discernibles desde lejos…

Saber pedir

y que quites de en medio

estas cuatro paredes infinitas.

 

Saber volver sin temor a quedarse

transitando entre mundos,

apenas suspendidos

en los restos de tiza

de la rayuela chueca

que pintaste en mi plaza

alguna vez…

 

Saber pedir que me cuides el sueño

mientras cantan al alba esos grillos-libélula

que se entregan en dolores perdidos

como gallos pariendo a plena luz de día.

 

Saber volver sin pagarés de entrega,

sin preguntar que hiciste

ni por qué me dejaste.

 

Saber pedir

y que solo prometas

que esta dicha liviana,

volátil, frágil,

Déjà vu de vivencias…

Es tan solo un cosmos de búsquedas etéreas,

luciérnaga dormida entre nosotros dos.
 

 

Memorias al acecho

 

Una vez más Buenos Aires se abre y me penetra

con sus plazas, sus balcones y olores,

con copas que se abrazan

en las mesas ajenas de los bares.

 

Y yo aquí, tan cerca y tan distante

permanezco rumiando mil recuerdos,

fingiendo vanidades e intentando creer

que mi aflicción es solo un espejismo.

Memorias que simulan regalarme un respiro

pero aún no pueden encontrar su rumbo.

 

Pérdidas que solo el tiempo cura

es el mantra que repito en mis noches eternas

mientras ellos (mis miedos)

me acechan como en misa nocturna:

pacientes, silenciosos, y fieles

logrando que el temor me aleje del olvido.

 

Memorias porteñas que no duermen, ni pierden la memoria

siguen allí presentes y locuaces,

testigas de relatos teñidos de maltrato y castigo.

Y se quedan allí, tejiéndome la ropa, calzándome las botas

para intentar llevarme de paseo a los puertos

de los cuales aún no he logrado zarpar.

 

 

Anahí Viladrich. Socióloga y antropóloga argentina. Ha escrito extensamente sobre migraciones, género, y la comunidad latina en los Estados Unidos. Su libro más reciente se titula More Than Two To Tango: Argentine Tango Immigrants in New York City (2013). Es profesora en Queens College y el Graduate Center, CUNY.