Crónica sobre los talleres del verano 2019 en CUNY

Esteban Escalona

 

 

Cuando recuerdo los talleres del verano 2019, y lo digo como un forastero recién llegado a la ciudad, pienso en oportunidades, en reconocerme en el otro extraño y compartir de formas más urbanas las formas de insertarme junto a mis letras en la ciudad de Nueva York.

Yo, un inquieto forastero recién llegado a la ciudad. Yo, sin tener claridad sobre las formas de comenzar en un lugar desconocido. Yo, que había escuchado como sugerente cábala “allá los sueños se cumplen”. Yo, que en mayo del 2019, recién había publicado mis primeras crónicas sobre Nueva York en la revista ViceVersa; ese yo literario forastero, itinerante y pantagruélico, una tarde de mayo encontré el siguiente anuncio en la agenda cultural de la revista:

Periodismo, teatro y poesía: los talleres literarios gratuitos de CUNY”.

Fue emocionante leer la mágica palabra “gratuitos”. Me sabe a una sabrosa carne de liebre escabechada, y que de tanto buscarla en esta ciudad, la olfateo como un sabueso. Los nombres de los profesores que ahora me son tan familiares, en ese momento me eran figuras abstractas, difíciles de reconocer, como vistas desde un caleidoscopio; porque a excepción de la directora de ViceVersa, Mariza Bafile (taller de crónica periodística), no tenía la menor idea sobre quién era Dinapiera Di Donato (taller de poesía) o Alejandra Ramos (taller de dramaturgia).

Ahora me muerdo la lengua y cierro un ojo. Los talleres que se realizaron durante dos semanas del mes de junio de 2019 en Guttman Community College, frente al hermoso Bryant Park, fueron organizados por Inmaculada Lara-Bonilla, profesora en Hostos Community College y directora del Instituto de Escritores Latinoamericanos, y los editores de Enclave: Revista de creación literaria en español, Nora Glickman, profesora en Queens College y Alejandro Varderi, profesor en Borough of Manhattan Community College; todos parte de CUNY.

 

Talleristas con Nora Glickman

Los talleres se realizaron en el mes de junio de 2019 en Guttman Community College

 

 

Para Marcos de la Fuente, poeta y gestor cultural de “Se Buscan Poetas”, entre otros eventos, los cursos de poesía fueron muy importantes: “Tuve la oportunidad de relacionarme y convivir con personas que sienten la poesía en la misma medida que uno la siente, y así, ir creando una comunidad de poetas en la ciudad de Nueva York”.

Esta es la primera opinión que comparto plenamente. Si bien los días se nos hicieron asombrosamente escasos, los lazos de amistad que he formado a partir de esos cursos y que he fortalecido gracias a las series literarias que la revista Enclave realiza periódicamente, han sido fundamentales para mostrar mi trabajo y el constante desarrollo de esa comunidad.

Para Pablo García Gámez, dramaturgo, ganador de variados premios por su creación en Nueva York y Venezuela, los talleres de dramaturgia le significaron una increíble oportunidad de trabajar junto a una profesora que admira. Luego me cuenta una anécdota: “Un mes antes de los talleres, asisto al Festival FuerzaFest, donde se presentó una pieza de Alejandra Ramos, Saben a-mar, una obra extraordinaria sobre el manejo de la industria farmacéutica, yo quedé, ¡guaaau!, y cuando terminó el evento alguien me la presenta y yo le digo: ‘si haces un taller, me tienes que invitar’. Y al mes siguiente estaba en sus talleres de CUNY”.

La calidad de los profesores: segunda opinión que comparto plenamente. En mi caso fue un privilegio asistir al curso de crónica periodística con la comunicadora Mariza Bafile, a quien respeto mucho por sus incisivos editoriales y entrevistas lúcidas de redacción dinámica. Para Marcos de la Fuente, los cursos de poesía le parecieron fantásticos porque vio en Dinapiera Di Donato “a una mujer sabia y humilde”, quien le encantó como profesora y consejera.

 

Una oportunidad de trabajar con profesores que admiramos

 

Creo que este fue un sello de los talleres. El compañerismo, camaradería; la forma solidaria y facilidad de las profesoras al momento de compartir sus conocimientos, con respeto a los asistentes, demostraban el espíritu de estos cursos. Pero no solo ellos. Los organizadores, desde el primer correo que envié postulando hasta el día del evento final en Hostos Community College —Inmaculada Lara-Bonilla, Nora Glickman y Alejandro Varderi (con quienes de alguna u otra forma me relacioné durante los talleres)—, estuvieron siempre omnipresentes en una actitud de cooperación. Acompañaron con la voz pausada para dar un consejo, el nombre o correo de alguien importante “que te puede interesar” y que por un tiempo se transforma en una boya a la que te aferras para no irte a pique. O, simplemente, esa voz inaplazable para resolver una consulta administrativa durante el desarrollo de los talleres.

Mejor aún, todo eso es algo que sigo sintiendo hasta el momento en que escribo esta crónica. Alejandra Ramos, profesora del taller de dramaturgia, lo resume perfectamente: “Se respiraba cariño y se expiraba gratitud”. Es esperanzador “caer” en un lugar así cuando se es inmigrante viviendo nuevas sensaciones como la constante fragilidad, como dice Marcos, quien valora los espacios seguros de expresión y desarrollo donde construirse en una ciudad ajena. Esa energía que los organizadores dejaron, me hace pensar en cómo yo también puedo aportar y ser parte de esta cadena.

Para la encargada del taller de poesía, la poeta Dinapiera Di Donato, los talleres de CUNY son importantes porque el artista no se improvisa y las instituciones “no solo anudan hilos profesionales ‘de admiración mutua’ y competencia que no son únicamente fantasías de materializaciones, ni satisfacciones narcisistas, sino espacios del ser”. Respecto a los talleristas, le gustó la característica nómada de ellos, pero también ese “lenguaje dispuesto al roce con lo desconocido de sí y de otros, suspendiendo momentáneamente el protagonismo de la individualidad política”.

 

Se respiraba cariño y se expiraba gratitud”

 

Por su parte, para Alejandra Ramos es muy necesario que los talleres se sigan realizando al amparo de instituciones como CUNY, ya que “son oportunidades que abren una vía alterna de discusión y permiten el espacio para exponer nuevos y emergentes trabajos cuya importancia, más allá del campo estrictamente creativo o académico, radica en la unión y la fortaleza de un núcleo comunitario”.

Me sumo completamente a la opinión de Ramos y Di Donato.

Sin duda los escritores debemos ser la avanzada, la infantería que abre la boca de playa para el desembarco y posterior visibilización de la comunidad hispanoamericana y latina en Estados Unidos. Porque todo cambio comienza por la palabra; por las ideas que inspiran esos trazos que leerán hispanoamericanos, latinos, y sus hijos, pero también los anglófonos quienes, cada vez más, se interesan en nuestra literatura.

Pablo García Gámez, quien vive desde hace más de veinte años en Nueva York, me lo explica de forma reveladora: “Escribir en español es un acto político, social y cultural”.

Ahora, me alegra saber que se seguirán realizando estos talleres. De una u otra forma aportan esa energía urbana para seguir escribiendo en la cornisa de estos encumbrados rascacielos y compartir esas experiencias con nuestros pares, fortaleciendo de esta forma la comunidad de escritores hispanohablantes en Nueva York, el “Estado Imperio”.

 

 

Esteban Escalona es un autor chileno. Su libro de cuentos Ciudad Capital (2011) fue premiado por el Ministerio de Educación de Chile. Actualmente vive en Nueva York donde periódicamente escribe crónicas para la revista ViceVersa, participa en distintos encuentros literarios y trabaja en su próximo libro de cuentos.