Crimen y otros poemas

Lauristely Peña Solano

 

 

Crimen

 

I

En esta ciudad decir crimen

es como decir vuelo.

Cada rincón se inunda de bulla,

inicios repentinos

mientras tiembla la república

vendida.

 

Sin ideologías

al chocar las cabezas

resuenan sonrisas

destellos

copas

burócratas.

 

Las cúpulas disuelven utopías,

en esta ciudad en donde decir vuelo es igual

a hacer temblar los viejos cimientos

igual a redistribuir el tablero citadino

tal cual se alfabetiza el

O – RI – SON- TE

con una fiesta,

carpas, bambalinas, cinta inaugural

se celebra el crimen

cuando la ciudad prefiere decir vuelo.

 

II

Esta ciudad

en donde se carnetiza la torpeza,

queda postrada la noche

paranoica

a quien el poder le tapa su inmensidad de ojos.

Los cansados ojos de la noche

niegan

la sonrisa burlona del Estado,

no quieren enfrentarse a la propaganda

que desafía

al enclenque sueño de república.

 

En esta ciudad los ojos de la noche

permanecerán cerrados.

 

III

La ciudad tiene árboles esquizoides

que planifican minuciosamente la revolución,

árboles colocados en corrales

con su delirio de contingencia

mientras se enfilan mil fisiles a su derredor.

 

Paralizados en su infinitud

se alimentan de gotas de lluvia lacrimógena

y fertilidad de perdigones,

viven sembrados en su derrota.

 

Ciudad en la que los árboles manifestantes

se deshojan en su delirio purificador

o hacen de sí mismos

carbón para las huestes

llamaradas del Estado.

 

IV

En esta ciudad el crimen se exhibe en corbatas

reventando así el sentido del pueblo

en donde los derechos,

como santos en altar,

se mantienen inasibles.

 

En la ciudad caminamos como civiles

en complot

con la resignación y la amargura.

Siendo la desidia la única arma comercializada,

equivocamos las pistas del crimen

confundido con éxitos, honores y excelencias.

 

Aunque nos negamos a comprar la desidia

de a poco esta ciudad

y cada uno de sus inmensos ojos apagados

nos la inyecta,

transfiriendo a cada cuerpo disidente

un amargo estupor

un pesado y tristísimo líquido

desolación

la putrefacta pero necesaria conciencia del yo

antes que pueblo…

 

Mientras tanto solo hace falta un relámpago

para caer

trocar el activismo centinela

por unas violentas ganas de desaparecer

en el azul fingido de la naturaleza,

en la ficción de una república en demos-kratós.

 

V

No resulta posible dejar atrás el crimen,

en una mano la ley como antorcha fulgurante

en la otra un compendio siniestro,

nuestra historia:

genocidio, esclavitud, división,

sangre azucarada, caudillos,

dictadores

y políticos con alto índice de (pop)ularidad

en las encuestas.

 

VI

Los días pasan como un relato de las efectividades

que nos lega el hechizo de la desigualdad,

cada honorable firma en Palacio resulta un disparo

a sangre fría al pueblo multicéfalo,

el cuerpo de esta isla queda desarraigado de

víveres y sal,

como un cáncer se propagan

los uniformes y placas oficiales,

orillando a la ciudadanía a un abismo de banderas.

En esta ciudad la muerte es una cotidianidad

así como el crimen

que se encamina en su caravana

todos los días

hacia los centros potentes e individuales de poder

donde siguen contando con nuestra complicidad

para que crimen

sea como decir vuelo.

 

 

Osupa

 

Si llegaras a Osupa,

procura tomar una gota de su brebaje.

Durante siglos los mortales

seducidos por su luminosidad

se baten en sangrientas guerras para conquistarla.

 

Osupa se aleja,

aborta la eternidad

porque los hombres

intoxicados de vanidad no logran ver a la mujer libre, cálida

indómita

que prefiere dibujar estrellas en la inmortalidad.

 

 

¿Debería importarme?

 

Por qué debería importarme

tu ridículo sufrimiento

de macho proveedor

cuando más de veinte siglos

me encadenan

a tu costilla

cuando el aliento del día

me azota su casta blancura

y millones

de ojos de la noche

no quieren verme.

 

Si la empatía es mi privilegio

por qué la compartiría contigo

y no con mi historia

con mis negras ancestras

con mis hadas presentes y escondidas.

 

Es momento de que lo sepas,

en lo profundo

no me importas

ni un poquito,

solo me importo yo misma.

 

Me importas así

como pudiera importarme

el color fucsia o el lila,

el calentamiento del agua

sobre la estufa

y su relación

con el excesivo bronceado

que nos deja el sol

en la playa.

 

Me interesas,

como las Flores de Pascua,

o un camello violeta

trotando por El Conde.

 

En esa medida

me importa tu sentir

agraviado ante mis gritos

tu sensibilidad

de tigre desdentado.

 

Me importas menos

de lo que te importo a ti,

créelo.

 

Con toda la luz, la sensibilidad

y la belleza

de mi femenino corazón,

te lo digo.

 

Quizá

Cuando pongo en jaque a la historia

me importe lo que de humano

quede en tus huesos

 

pero ahora

simplemente,

No me importas.

 

 

Petricor

 

Según la ciencia

el olor de la lluvia

se asemeja al olor de la vida,

me gusta ese preludio

la brisa de agua tamizada

un murmullo en las mejillas.

 

La vida no huele igual en todas partes

aún la historia

tenga epicentros coloniales

genocidios y trincheras.

Patriotismos y banderas.

 

Pienso en Santo Domingo

mientras en Chiapas se lloviznan

mis recuerdos

caminar el Conde de la mano

un beso

mezcladas las imágenes de vivos

colores chiapanecos

con un espejismo de islotes de

basura

y excremento

flotando en el Ozama.

¡No huele igual!

 

 

Ontología

 

Una palabra puede ser un enigma

una jaula

o una gota de océano

en un ciclo caprichoso.

 

una palabra puede ser una llave

o una sentencia luminosa

que te borra

 

con temor y honestidad

te entrego mi palabra.

 

 

 

Lauristely Peña Solano. Escritora dominicana. Gestora cultural y docente. Miembro fundadora y coordinadora general de Proyecto Anticanon y Editorial Anticanon. Ha publicado los poemarios Dictado de Luna (2015), Abyecta (2018) y Roja (2019). Así como el ensayo Consagración del odio (2018) y la biografía Josefina Miniño: A telón abierto (2016). Reside en Santo Domingo.