Carolina Silva Rodé
dice, es mejor si no salimos
si nos enterramos
el entierro convierte todo en pasado
afuera, al suroeste, se irguen las torres nuevas
las ignoramos al mirar el mar
al tiempo, a los triángulos, al fuego, a la rambla portuaria
los postergué cuando tuvimos que enfrentarnos
entre nosotros
pero recuerdo una voz hueca los miércoles o los jueves que decía
fase de aproximación
quizás si hubiera sabido separarme
de la alienación torpe y felina,
si hubiera opuesto resistencia a la cárcel
en que dejé convertir a mi cuerpo
habría podido prever el desastre.
fase de aproximación, decía,
luego hay otras, con otros nombres,
que descubriremos cuando haga falta.
ahora las piezas están dispuestas, los caparazones
se han abierto, y de ellos salieron
los marcianos
el mar recede cuando florecen
y nosotros nos ensombrecemos
parece que pasaron años desde la última vez
que nos atrevimos a perforar
su grito de silencio
sus cuerpos se desenvuelven con absoluta certidumbre
hay cientos de módulos de papel
sobre la mesa
los doblé cuando preví estos años de espeleísmo
articulémoslos en geometrías conocidas,
platónicas, coherentes, humanas
construyamos cárceles icosaédricas para quienes ya han sido enterrados
podemos decirles que vuelvan
al lugar del que vinieron: pero no entenderán
otro lenguaje que el propio, ácido y estéreo
podemos esbozar un contrato; la inútil negociación
traducida al cobre siembra sus cuerpos pero no
agarra
¿de qué lado viene
el llanto bélico?
¿de qué lado el himno que clama
que no se irán
sin los más limpios y los más bravos
de nuestros muertos?
¿has visto a los marcianos dormir duros en sus carcazas?
¿los has oído llorar
en lo alto de sus torres?
su saliva oxida los árboles
y sus gestos ensordecen
a los gatos
cuando vuelvan al espacio
¿se llevarán de vuelta sus tormentas, su frío
y sus esclavos?
sabemos que dirán en su lengua pérfida
la verdad, por última vez
y que con las garras en alto
intentaremos
darles
muerte
en silencio y tiesos mirábamos las ambulancias
que no eran parte de la guerra
pero anunciaban nuestra derrota
atravesaban el aire cobrizo llevando el olor de la pólvora quemada
que hasta ayer solo conocíamos por los fuegos artificiales
aunque no era eso, esta vez, era
renuncia
no habían hablado aún ni hablarían
pero los que tuvimos la oportunidad
los vimos en los ojos de los muertos que duraban
más en la oscuridad
y vimos en la permanencia clandestina
un lenguaje cifrado
no dijimos, pero pensamos
que los muertos no deberían ser augurios
que los muertos deberían ser solo muertos.
cuando otros miren sus manos
y vean muerte que desborda
me mirarás y me harás escuchar entre los aullidos de las bestias
si te morís ahora
voy a tener que sacarte
los ojos
lo dirás en la lengua que usamos para decir la verdad
y será un trato justo
Carolina Silva Rodé. Es una autora uruguaya. Cursa estudios de lingüística en la Universidad de la República. De próxima aparición es su poemario Desirable Neighborhood. Reside en Montevideo.