Laugh, Clown, Laugh y otros poemas

Laia López Manrique

 

 

 

Come let us pity those who are better off than we are.

Come, my friend, and remember,

that the rich have butlers and no friends,

And we have friends and no butlers.

Come let us pity the married and the unmarried.

Ezra Pound

 

 

i. Desiderata

 

Vamos, amiga, volvamos la espalda a todo lo que es mesurado y circunspecto, vayamos a un solar donde los grillos ingieren su propia voz experimental y huera, donde nos preguntan en mitad de su ahogo si pueden beberse también el líquido de nuestras lágrimas. Vamos, María Nikoláievna, Cruella Herdermüller, Elsie, Crisantema, acompañemos la lírica prestada de esta canción de paso con la historia de aquella chica a la que envidiábamos por su soltura, que se hizo un hatillo con las sobras de comida de sus padres y tomó un camino evidente hacia el sur. ¿Quién era? Una loca, locustra, beduina, una diezmada, roma su barriga sin manchas ni bultos, aceitosa su piel irritada bajo las medias, arcangélica o diabólica según el soplo del viento y nada de todo eso a la vez. Agarró una botella por el cuello, le dio un trago y dijo, abandonando: “Dejad las deposiciones de los curas en el claustro. Yo iré a por moras”.

Vamos, amiga, tracemos el reguero sin agua del que tendremos que beber cuando la muerte, cuando el peso y la densidad de las palabras, María Nikoláievna, Cruella Herdermüller, sean al fin algo ingrávido

y meloso,

cuando nada nada nada ni una nota de toda esta cantilena costrosa se oiga ya ni cerca ni muy lejos,

¿qué habremos hecho sino escribir, con la esclerótica vuelta, con la lengua enrollada en otras lenguas

(algunas de las cuales ahora deploramos),

con los pasos ligeros y sincopados de quienes se van y no regresan? ¿Qué habremos hecho hasta entonces sino reírnos, reírnos muy alto

con un sucio candor

beckettiano

de nuestra suerte (quizás) reversible?

Vamos, toma el rodillo y dibuja en la pared la pintura rupestre de tu propia extinción. Ven y acordémonos de nuevo

de aquella muchacha de Tracia

que se mofó de Tales por caer en un pozo mientras estaba contemplando las estrellas.

¡El filósofo de Mileto! ¿Cómo pudo una cría impertinente reírse así de él? ¿La imaginas?

Rebozándose en el suelo, sacudida por la carcajada estrófica. Caricatura de la sapiencia

en la boca ruidosa de una mujer.

Vamos, amiga, conservemos en salmuera todo este desprecio, el cariño nulo, las pistas de lo roto en

lo-

que-se-en-tre- cor-ta,

volvamos a aquella fiesta donde el alcohol o el calostro suspendieron las horas

y pudimos olvidar

que las mañanas llegan siempre con su luz burlona y que cuando empujamos la puerta de la casa arrastrando los pies

los ojos legañosos de los gatos

se abren sin sorpresa y con indiferencia, muy brevemente,

para volver a cerrarse.

 

 

ii.

Historia

 

Me río de que giren las paredes, mas miento,

porque estoy llorando

Robert Walser

 

 

salíamos a buscar las cosas “bellas”: las cazábamos: las cosíamos entre sí: las estirábamos como una cinta de raso manchada de angostura: y una noche de repente llegó: entre las cosas “bellas” asomó —desprevenido— //// el golpe ////: hilván separado y certero: inexplicablemente urdido en la trama: arraigado en la boca de las cosas “bellas” —en su cáscara— en su apariencia rotunda —en su coxis— y sonaba del mismo modo: redoblaba igual que su música: aunque con un eco conclusivo metálico de guillotina en el cierre: resabio de faro perdido: pietà exangüe

y después del golpe seguíamos saliendo a buscar las cosas “bellas”: deseando el roce vaporoso del tegumento: soldándolas a la piel y al oído como un vendaje: acudíamos a los lugares donde las habíamos encontrado como si esperásemos algo: pero sin esperar ya nada

y mirábamos a la gente con miedo y con tibieza: como a figuritas de cera a punto de derretirse.

 

 

El texto madre

 

El dintel está sin puerta—
Nelly Sachs

O mother what have I left out
Allen Ginsberg

 

o cápsula o entraña vibrátil o fonda o clara como un texto de Voltaire o gran inquisidor o árnica o muslos húmedos o aletheia envuelta en grasa o lámina desprendida de los sesos como si soñara o pájaro aquiescente o enredo o transparencia o canto de las ballenas en el Índico o no hombre o no niña o la salvaje salteadora de caminos o carpinteros o los chasquidos de los dedos contra la lámpara o un vendaval demasiado violento o frío o registro de todos los sonidos que salieron de su vientre o hail nothing full of nothing o absceso o marturienta o risa contagiosa o barranco bajo el párpado o raíz arriate o palabras escapadas de una caja de cerillas o cerdas de la lluvia o manchar o acaso o irse lentamente o volumétrica o silla de mimbre o arrancada o leía poemas o trenza o tiernamente como un pómulo o aforística o consigo o diástole de umbral o mueve

*
han cubierto sus rostros de harina blanca nada empaña del arcén el alambique placenta y hueso en dación nada en vasallaje amor he tomado ni devuelto suficiente de quien por el vacío hendiera un camino en la línea de la vida ella avena hacia los bordes va drenando se arrincona maestra de la tristeza y la individuación de la hipotaxis y los desvanecimientos de las cosas víscera y las cosas abismadas y latentes cristalino abresurcos que sorbió mi mal y los de ellos y hubo sido niña y palabrera y animal replicante y hermoso y tuvo hambre una vez y vio una cicatriz desgajada de un cuerpo que la llamaba
 
si por ella la tierra y todos los mares se hicieran
más espesos y salubres
 
*
las yeguas se detienen a beber en la sombra
 
los senderos han tomado muchas
formas distintas pero hay una sola
mediatriz
 
 
amiga ¿de quién eres el fantasma? ¿de qué huimos?

apenas de la muerte de la madre      huimos
 
 
entendimiento
dientes de lagarto calcáreos y furiosos
 
las yeguas y la amiga ya han partido
 
queda
un poema plisado a lo largo de la lengua
el más verdadero de todos
 
 
sed
sabor a sal
y a moledura
 
Escribes para descifrar la magnitud del engaño. Hay letras, hay la mentira complaciente de la remisión y del sentido. Hay clausura. Hay el rapto de las horas robadas al sueño, y tú escribes porque el poema es un punzón que reúne el núcleo intestino de la llaga, su costra, su cicatriz y el mundo sobrante que la envuelve.
 

 
Cada una de nosotras es un incendio: arrastra hectáreas, destruye poblaciones, acontece salida de la nada como un rayo de aleatoria venganza. Letra en carne, nombre que bascula hacia el olvido, palimpsesto en la tierra, cada una de nosotras es el dedo que señala el árbol quebrado, la mano que acomete la división del mundo, la lluvia que sana el campo demasiado tarde.

Y otras, después, escriben esa historia.

 

 

 

Laia López Manrique es una autora española. Es autora, entre otros, de Desbordamientos (2015), Transfusas (2018), Speculum (2019), Periférica interior (2021) y La mujer cíclica, seguido de Speculum (2022). Estudio filosofía y teoría de la literatura y literatura comparada en la Universitat de Barcelona. Ha sido coeditora de la revista digital de creación literaria y experimental Kokoro. En la actualidad trabaja como docente.