Gustavo Arango: “Santa María la Antigua del Darién es el ADN de lo que somos ahora en América Latina”

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El escritor colombiano Gustavo Arango presentó el 8 de enero de 2015, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, su última novela Santa María del diablo. En este trabajo novelístico con fuertes matices históricos, el autor reconstruyó narrativamente las crónicas de Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo en las que relata la fundación y posterior caída de la primera ciudad hispánica erigida en Sudamérica, Santa María la Antigua del Darién. Construida en 1510 en el espesor de la selva del Darién en medio de la frontera colombo-panameña, bajo la orientación de Vasco Núñez de Balboa, también descubridor del Océano Pacífico, y sepultada en el olvido por el capricho del conquistador Pedro Arias Dávila. Sumado a su esfuerzo por comprender los vericuetos narrativos de Sumario de la historia natural de las Indias (1526), escrita por Oviedo, Arango también encontró muchas fuentes sobre la fundación de la mítica ciudad en el texto Urabá heroico (1956) del sacerdote Ernesto Hernández. En realidad, Santa María del diablo es la primera novela publicada sobre el tema y abre muchos caminos literarios, historiográficos y narrativos sobre la conquista del caribe colombiano, panameño y venezolano, y el exterminio de las comunidades indígenas de la región.

Gustavo Arango nació en 1964 en Medellín, Colombia. En sus inicios, cursó la carrera de Comunicación Social y Periodismo entre 1982 y 1987 en la Universidad Pontificia Bolivariana. En principio, desarrolló su obra periodística —periodismo de los hechos—, mientras dirigía el suplemento literario del periódico El Universal de Cartagena de Indias. En 1999, Tomás Eloy Martínez leyó su texto Un ramo de no me olvides (1994), sobre Gabriel García Márquez y lo recomendó para que estudiara un master y posteriormente un doctorado en Rutgers University. Actualmente es profesor de literatura en SUNY Oneonta. Sus obras más destacadas son: Un tal Cortázar (1987), Bajas pasiones (1990), Un ramo de no me olvides (1994), Retratos (1996), Criatura perdida (2000), La risa del muerto (2002), El país de los árboles locos (2005), El origen del mundo (2007), finalista del Premio Herralde de Novela, y Morir en Sri Lanka (2014), también finalista en el mismo certamen literario. Gustavo Arango define su obra de la siguiente manera: en sus libros subyace “una vertiente personal, y otra histórica-periodística, o de la literatura de los hechos. En mi obra hay una recurrente pasión por el lenguaje”. Tiene entonces un interés por encontrar frases expresivas, no adornadas, ni rimbombantes, está comprometido con líneas llenas de plasticidad, poesía, con una búsqueda poética ejercida a través de la escritura de narrativa. De paseo en el apartamento de un amigo en el corazón de Manhattan, Gustavo Arango habla sobre el proceso de creación de su primera novela histórica, Santa María del diablo.

 

Juan Manuel Zuluaga Robledo

 

 

Juan Manuel Zuluaga: ¿Qué es Santa María la Antigua del Darién para Gustavo Arango?

Gustavo Arango: Santa María la Antigua del Darién es el ADN de lo que es hoy América Latina. Allí había políticos corruptos, injusticias sociales, abusos de poder, hipocresía, gente que se las daba de santos pero eran criminales. Todo eso ya estaba en Santa María. Cada vez que leo las noticias, me digo, esto es Santa María la Antigua del Darién (1510-1524). Son las mismas historias que tenemos en la actualidad. Cambian los personajes, pero todo está contenido en esos catorce años de vida que tuvo Santa María. Todos a la larga somos sanmarianos, porque definitivamente es la misma historia. Tenemos ahora lo mismo que sucedió en Santa María. Gente que posa de buena, de correcta, de santa. Hay una gran brecha entre los actos y los hechos, lo cual es característico de lo que somos. Personas con palabras dulces pueden hacer daños terribles. Las dinámicas entre la Colombia actual y Santa María son las mismas. Se imponen los violentos, los tramposos. Las personas de buenas conciencias se esconden para poder sobrevivir. Oviedo trató de no tener problemas con nadie, intentó que no lo mataran, no lo persiguieran, mientras los otros exterminaban la cultura indígena, y se masacraban entre ellos mismos. La sensación es desoladora. El sentimiento que a mí me quedó después de escribir la novela, cuando veo las noticias de hoy, es como si no se hubiera avanzado absolutamente en nada, en cuanto al respeto por la vida, por el otro. Yo no siento que exista eso. No hemos mejorado en nada.

JMZ: En Santa María del diablo, es posible encontrar un narrador en primera persona, que el lector identifica como Oviedo. Allí Gustavo Arango reconstruye el castellano de la época. Y también existe un narrador en tercera persona, omnisciente, que narra los hechos desde un presente histórico. Háblenos un poco de ese cambio de voces en la novela.

GA: Hay muchos textos de Oviedo que yo intenté recrear en su testimonio en primera persona, como si él mismo estuviera relatando los hechos en sus crónicas. En buena parte, lo que yo hago es reconstruir por medio de mi narrativa las crónicas de Oviedo que hablan de la fundación de Santa María la Antigua del Darién. La figura de Oviedo se va revelando poco a poco. Al principio, el narrador en primera persona se llama don Félix. Oviedo sostenía que las novelas son mentiras, y estas son asuntos del diablo. Esa imagen de Oviedo se va revelando. Yo creo que el lector lo irá reconociendo rápido. Hay un momento que la voz en tercera persona, omnisciente, en un presente histórico, se encuentra con la voz en primera persona. Coinciden y entonces el lector advierte que el personaje que habla en primera persona es Oviedo. La voz en tercera persona en un presente histórico me da la perspectiva de hablar de acontecimientos particulares, como por ejemplo el hecho de que Cristóbal Colón nunca pisó el suelo del país que actualmente lleva su nombre, como lo es Colombia. O también la posibilidad de insertar comentarios personales que crean misterio en la mente del lector. El narrador en tercera persona sostiene en medio de la narración que cerca de Santa María fue donde tuvo su primer encuentro místico con el contexto en el que la ciudad fue erigida. Ese tipo de comentarios enigmáticos, dará pie para la escritura de nuevos libros sobre el tema. Son experiencias personales porque he querido estar en esos lugares donde transcurrió la historia. La vuelta de tuerca adicional radica en comprender que en la novela están los capítulos en los que Oviedo habla de la fauna y flora del lugar, de las costumbres antropológicas y culturales de los indígenas, pero al final de la trama, se revela un momento en el que Oviedo ya no es el que está escribiendo, sino que es otro personaje. Aparece la voz de un indígena joven que él conoció y que le pone el nombre de Tierrafirme, al que le enseña a leer y a escribir en castellano. Al final se evidencia que es ahora cuando Oviedo le va dictando todo a Tierrafirme. Entonces el muchacho escribe cosas que su maestro no le ha dictado y que aparecen por su capricho. Oviedo es la visión colonizadora y europea que llega a Sudamérica, pero finalmente quien escribe es el indígena. De esa manera, Tierrafirme también pone su granito de arena a la historia de La conquista. Tierrafirme es un hilito delgadito que aparece a lo largo del texto que casi pasa desapercibido para muchos lectores. Lo que quería con ese personaje era darle control de la palabra al colonizado, al explotado. Yo estoy convencido que Gabriel García Márquez leyó a Oviedo. Yo pienso que Cien años de soledad tiene mucho de la voz de Oviedo. Podría ser una fuente poco explorada de la obra del escritor colombiano. Inclusive él declaró en muchas ocasiones que era heredero de los cronistas de indias.

 
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JMZ: ¿Cómo se entera de la historia de Santa María la Antigua del Darién?

GA: La historia de Santa María La Antigua del Darién, la leí en Cartagena en un libro titulado Urabá heroico, escrito por el sacerdote Ernesto Hernández. Es un texto con una fuerte orientación religiosa. Desde que lo leí, me dije que esto daba pie para escribir una novela. Es un libro histórico también. A mí me ayudó mucho, porque el autor fue a los archivos de Indias en Sevilla para indagar sobre la conquista del Urabá antioqueño y del Chocó. La parte documental de mi novela se centra en las obras de Oviedo y Hernández. Nadie ha escrito desde la novelística sobre Santa María, ningún autor contemporáneo ha contado su historia desde un punto de vista literario. Me preguntaba por qué nadie lo había hecho. Volví a encontrarme un ejemplar de Urabá heroico en Bogotá hace dos años ¿Por qué se conocen tan poco los detalles de la fundación de Santa María la Antigua del Darién? A mucha gente le he hecho esta pregunta ¿sabe usted cuál fue la primera ciudad hispánica fundada en Sudamérica? Y muchos de ellos si sabían el nombre. Y yo les preguntaba ¿y saben qué fue lo que pasó allí? Casi nadie sabía que pasó. Desconocían la cantidad de personajes históricos de La conquista que estaban allí reunidos. Sobre Santa María la Antigua del Darién, Germán Arciniegas sostuvo en 1999, que la historia de la primera ciudad española en Sudamérica es la mejor novela que no se ha escrito. Solo después me enteré que Mario Escobar había escrito algo sobre el tema en su novela Muy caribe está. Pero no la he leído y no sé si es sobre la conquista del caribe, o si menciona a Santa María, pero esa es la única que se acerca. No obstante, específicamente sobre Santa María la Antigua del Darién creo que no.

JMZ: ¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela?

GA: Una de las cosas que aprendí del periodismo fue a trabajar con fechas de cierre. En 2014 estuve hablando con alguien de Ediciones B. Me decía que la novela histórica viene teniendo muy buena aceptación, pero es difícil encontrar autores en esa corriente narrativa para ser publicados. Yo entonces le dije que tenía en mente escribir una novela histórica fascinante. Hice un proyecto de una página y media, una síntesis de la novela detallando los personajes, mostrando la importancia de esa población y la aprobaron a partir de ese proyecto. Fueron tres meses de escritura, de obsesión por contar la historia. El mundo se podía caer y yo estaba metido de lleno, escribiendo en un promedio de doce horas diarias, fascinado con esas crónicas de Oviedo que defino como apabullantes. Oviedo es un personaje sui generis. Escribió cinco tomos sobre la conquista del caribe colombiano. Si uno se pone a mirar en perspectiva quienes han sido los grandes autores que han escrito en territorio colombiano en toda la historia, obviamente García Márquez está ahí, pero Oviedo le da la talla e inclusive es más importante como escritor que el autor de El amor en los tiempos del cólera. La visión que da el cronista de esa época, los detalles, la taxonomía rigurosa de plantas y animales, la psicología detallada tanto de los conquistadores como de los colonizados, hacen de su obra algo único. Obviamente tenía el prejuicio del español. A veces poseía cierto menosprecio por el indígena, pero si uno mira a través de sus prejuicios, uno se da cuenta que su obra es monumental. El autor español no solo escribió La historia general, concibió también La summa natural de la historia de las Indias. Lo que más trabajé fueron los textos de Oviedo.

JMZ: Es obvia la utilización del vocablo indio en la voz en primera persona, pero ¿por qué usarlo en el relato en tercera persona en el presente histórico?

GA: El narrador en tercera persona es muy complejo. Es una suma. Tiene muchos matices de transculturación. Yo no quería que la persona que soy yo, que ha estado en la academia, que tiene cierto manejo de los conceptos, influyera mucho en esa voz. Porque es una suma de tiempos. Es una voz donde todos los tiempos se superponen. Es compleja, extraña, es casi colectiva. Es mestiza, es el discurso mezclado entre lo europeo y lo indígena, es una mixtura de diferentes perspectivas en la que no hay ni buenos ni malos, sino que todo es una realidad compleja. He querido que sea omnisciente, que esté llena de contradicciones, de matices raros, de manierismos. En definitiva es una voz rara. Pienso que nosotros, como académicos, cuando juzgamos a personas que escribieron hace más de cien años, o porque eran incorrectos políticamente hablando, nos resulta muy fácil hacerlo, pero también tenemos nuestros propios prejuicios que los estudiarán los críticos futuros. La voz en tercera persona es historiada. Acerca al lector a los hechos que está narrando y otras veces lo aleja por siglos. Es un juego con el lenguaje. Yo todavía no la entiendo completamente pero la idea era que fuera muy compleja y estuviera llena de enigmas. Yo casi no he leído novelas históricas. Pero en las que he leído, los autores ubican de fondo el contexto histórico, para contar una historia romántica, o el periplo de una búsqueda personal, sobre el trasfondo histórico. Aquí lo que yo hago es interferir lo histórico con el lenguaje.

JMZ: En la novela un personaje secundario es Bartolomé de las Casas.

GA: Oviedo odiaba a Bartolomé de las Casas. Hay una parte de sus crónicas en que no lo nombra pero está hablando de él. Aseguraba que era un farsante. Oviedo y De las Casas tuvieron un debate prolongado durante toda su vida. Bartolomé era más claro en la defensa del indígena, Oviedo fue muy ambiguo en su defensa. Justifica la esclavitud y la opresión hacia las comunidades nativas. Eso lo consigno en Santa María del diablo. Es muy ambiguo y complejo en su defensa. Tiene contradicciones muy grandes. Por ejemplo, cuando va a matar a un indígena, antes de hacerlo lo ahoga porque según su criterio de compasión cristiana, los nativos le temen al fuego. Para él es un acto de compasión ahogarlo antes que quemarlo, pero sigue siendo un hecho atroz. Mi novela es un libro de imágenes bárbaras y salvajes cometidas por los conquistadores.

JMZ: En Santa María del diablo, el debate entre el obispo Quevedo y Bartolomé de las Casas, replica el debate sostenido entre este y Juan Ginés de Sepúlveda en Valladolid, sobre el alma de los indígenas.

GA: Al regresar a España desde Santa María La Antigua del Darién, el obispo Quevedo era un tipo completamente enfermo, hastiado, derrotado y no quiso seguir polemizando con Bartolomé de las Casas. Las posiciones eran similares al debate entre Sepúlveda y el autor de la Breve destrucción de las Indias. Para el obispo Quevedo había gente que nacía esclava. Quise detallar que ese debate se replicó en muchas esferas y que se dio en distintos escenarios de la época. Hoy Bartolomé sería el equivalente del rebelde radical y Quevedo y Sepúlveda serían los tradicionales conservadores del aparato de la Iglesia Católica.

JMZ: ¿Por qué tituló la novela Santa María del diablo? ¿Hay una intención desacralizadora ahí?

GA: Yo estuve pensando en la razones para el título. Hay varias. Para los indígenas, los españoles eran tuiras que era el nombre que le daban al diablo. Entonces era Santa María de los tuiras. Por el otro lado, está esa doble moral que está trayendo supuestamente el cristianismo, pero los conquistadores y evangelizadores están actuando como demonios. Es ese doblez, en el que las buenas intenciones —el mensaje de Cristo— están disfrazando una actitud que es diabólica y perversa. Uno de los temas que más me interesa es la metáfora. En el texto La metáfora viva de Paul Ricoeur, se ve aquella como un mecanismo del lenguaje para reflejar cosas que no se han dicho antes. Por eso, mientras escribía la novela, pensaba que el diablo y la virgen nunca se habían juntado. Yo busqué en internet la expresión Santa María del Diablo. No aparecía hasta que se escribió este libro. La virgen y el diablo son dos componentes muy fuertes dentro del imaginario, en la religiosidad latinoamericana, en la cultura. Son tópicos muy poderosos en Hispanoamérica. La metáfora para Ricoeur es precisamente el encuentro de elementos que nunca se habían confabulado y que, al juntarse, generan verdades insospechadas. El diablo aquí es polisémico. Juntando al diablo con la virgen, me adentro en el poder simbólico de la palabra. Es una metáfora viva que dejará pensando al lector de la novela. Algunas personas lo podrán considerar una metáfora sacrílega. Satanás por ejemplo significa el acusador y resulta que Oviedo en sus crónicas se la pasa acusando a la gente. En medio de su buena intención se la pasa diciendo que este es codicioso, este es un asesino. Hace la función de Satanás que significa el acusador según el ideario judeo-cristiano.

JMZ: ¿Cómo relata en la novela la decadencia y posterior caída de Santa María la Antigua del Darién?

GA: En la novela se hace evidente que Santa María se acabó porque Pedrarias Dávila no la quería. Estaba enojado porque él no la fundó, como también lo estaba porque no fue él quien descubrió el mar del sur, actual Océano Pacífico, descubierto por Vasco Núñez de Balboa. Uno de sus propósitos fue destruir Santa María. Estratégicamente estaba muy bien ubicada. Ese es uno de los problemas, según el cual Colombia no se desarrolló de otra manera. Al estar ubicada en Urabá, si su desarrollo hubiese sido continuo, Santa María sería como Nueva York. Hubiese sido el centro porque estaba cerca de todo. De ahí se puede conectar vía marítima y terrestre con Panamá, Ecuador y Perú. Es un centro muy neurálgico, pero Pedrarias la acabó. Por ese motivo, Santa Marta y Cartagena se desarrollaron. Si se hubiera desarrollado Santa María, América Latina sería otra cosa. En medio de la conquista de Pedrarias Dávila, primó la prisa por saquear tesoros y oro de las comunidades indígenas que exterminó, para enviarlo sin demora a España. Por Panamá, en lugar de entrar por Urabá, se logró esa meta, desplazando el papel civilizatorio de Santa María la Antigua del Darién. Balboa se relacionó de una manera peculiar con los indígenas. Trató de ser justo con ellos. Cuando arriba Pedrarias Dávila pone en marcha un proyecto diferente: el etnocidio de las comunidades colindantes con Santa María, ya que quería oro rápido y riqueza inmediata. Era una mentalidad mercenaria que sepultó a la población en el olvido y luego se la tragó viva la selva del Darién.

JMZ: Háblenos un poco sobre la peste de la modorra que sufren los personajes en Santa María del diablo y también sobre algunos acontecimientos fantasiosos que colman la obra.

GA: Durante la peste de la modorra la gente moría dormida en Santa María. Es en este tipo de acontecimientos alucinantes, donde yo creo atmósferas, sobre cosas que en las crónicas de Oviedo no pasan de ser una simple frase. La gente moría mientras soñaba en medio de la vigilia. Por ejemplo, hay una parte en la que narro la manera cómo la tripulación de una carabela es devorada por un monstruo marino. En ese tipo de episodios, yo trato de recurrir al Julio Verne que leí hace mucho tiempo para hacer más sensibles y profundas esas escenas.

JMZ: ¿Cómo antepone Núñez de Balboa con Dávila en la novela? ¿Son los típicos conquistadores de mentalidad renacentista?

GA: Balboa tuvo que escapar de las deudas que adquirió con los usureros de Santo Domingo, debido a que una tormenta le dañó los cultivos que tenía. Balboa era el típico conquistador renacentista, inspirado por las novelas de caballería. Se veía a sí mismo como el caballero noble, que hace actos heroicos y quiere pasar a la posteridad. Pedrarias Dávila ya era un tipo más curtido por la guerra. Adelantó campañas militares en el norte de África en contra de los moros. Tenía una mente más mercenaria. Estaba más motivado por la utilidad, por el lucro. Arias no era tan idealista como Núñez de Balboa, quien aún creía en una cierta nobleza y un respeto de los ideales del caballero. Se da entonces la derrota del caballero andante por parte del mercenario que le corta la cabeza. Balboa era romántico. Inclusive se celebró más el descubrimiento del mar del sur, que el mismo hallazgo de Colón. Fue una gran hazaña. Fue su idea de pasar a la gloria, cuestión que hace parte de la tradición clásica de los griegos, en la que la gloria era la inspiración máxima del guerrero. Oviedo observa a Balboa con desdén. Pero en Urabá heroico es una figura mítica. En Oviedo y en Hernández, es posible encontrar una amalgama entre un personaje romántico, defensor de sus amigos, pero también muy insensible con los que no eran de su círculo. El gran error de Balboa fue devolverse cuando fue llamado por Dávila. Ya estaba en el sur tratando de embarcarse. Pensando en que este hombre como era su suegro, no lo iría a asesinar. No supo identificar la maldad de Pedrarias Dávila. Lo corrompido en Dávila, es el tipo de maldad que hemos conocido mucho en Colombia: personajes que se muestran dulces, pero por debajo se están dando duro. Balboa ejercía la fuerza contra los indígenas para obligarlos a negociar y establecer relaciones políticas y comerciales con ellos. En cambio Arias tenía la filosofía de la guerra total: aplastar, destruir y exterminar al indígena. Otra hubiera sido la historia si el modelo de Balboa se hubiera impuesto, y no el impulsado por Arias; y si Santa María la Antigua hubiese florecido en medio del espesor de la selva.

 

 

Juan Manuel Zuluaga Robledo es comunicador social y periodista colombiano de la Universidad Pontificia Bolivariana, y Magíster en Ciencias Políticas de la misma universidad. Obtuvo una Maestría en Arte y Literatura por Illinois State University. Actualmente cursa un doctorado en Literatura Latinoamericana en University of Missouri. Trabajó como periodista en Vivir en El Poblado en la ciudad de Medellín y dirige la publicación literaria www.revistacronopio.com