Carlos Noyola
Tres dólares por una historia
Triocármida Gurina Normales.
De baja estatura,
tez blanca,
no recuerda su edad,
cuando nació había paro
y su madre estaba dormida.
A su padre lo levantaron
y su diario no apareció en casa.
Su mayor sueño era un vestido amarillo,
corona, pastel de cinco pisos, brindis con vino rosado y trova al fondo.
Una vez su madrina la llevó al mar
a ver si encontraban a su padre.
Ahora yo escribo su registro
por si desaparece.
Un niño en el mundo
Te mira desde el risco.
¿De qué color es su playera?
¿Traía gorra?
Aletea, escucha lo que viene.
¿Sus calcetas eran blancas?
¿Papos colorados?
No ve/veas, escucha.
¿Quién se lo ha tragado?
¿Fue la guerra de bichos?
¿La infinita espera?
Se recuesta sobre las olas
va al Tlalocán
escucha a la tierra.
Los ignorantes
Con cada movimiento aparecen cardenales
producto de palabras mordaces mal asestadas,
desenvainan las puntas de sus consonantes afiladas
(ellos no son quienes lo hacen, es su ignorancia).
Sueltan los guantes del que cae al cielo
convenciéndose de haber aupado su sentencia
aprestan las granadas para hacer volar a los sobrevivientes
vuelan, vuelan muy alto, casi junto a los luceros de la mañana.
Calma en las aguas negras
los tsunamis surgen en la profundidad.
Llegada
Poco sé de Moisés
el antiguo morador
de esta casa sin padre.
Llegué cuando sus cosas
respiraban nostalgia
se asomaban a verte
y temblaba el higuero.
Pronto habría ido adonde
las cosas van, no pasan
pero olvidé su cara
la tuya, cerca estaba
el recuerdo, la mesa
pesadez verde, huraña
Camila allá en el vástago
y temblaba el higuero.
Capital en la montaña
La luz veraniega se posa sobre el valle.
Baja el benteveo,
vuela el abejorro,
en lo alto se queda la niebla.
La luz postrera anega la soledad:
un hálito.
Conspiración en la calle
No comas de la mano, escucha, dijo una amiga al entrar.
Seamos dioses, alzó las cejas
y de su sombra brotó la especie.
¿Seremos lo que no fuimos?, repuse
no dejó de caminar y señaló algo afuera.
Juega conmigo, juega conmigo.
No puedo, es que no puedo.
Dime, dime ahora
¿cómo baja el cielo por los árboles?
¿cómo se esparce en las hormigas?
Hay niños jugando en la calle: una conspiración
¿será que la máxima potencia del huevo es la bomba?
Está bien, me voy, pero dímelo ahora
No puedo, es que no puedo
corre a nosotros y observa:
vamos siempre de lo uno a lo múltiple.
Carlos Noyola es un autor mexicano. Sus poemas han aparecido en publicaciones como el Periódico de Poesía de la UNAM, Matapalo de Ecuador y Crítica de la BUAP. Escribe regularmente para El Inconformista Digital, Gkillcity y ViceVersa. Ha publicado Costumbres correctas (2014).