De Todo lo que ha sido para siempre una sola vez. Poemas ante la muerte del padre y la madre

Eduardo Espina

 

 

La escritura del carpetbagger 1

(¿Cómo emigrar de mí?)

 

De tanto andar, la pena perdió derecho de autoría,

debió esperar parte de la edad para poder alejarse.

Bajo la loma anterior al tema de hace hoy bastante,

veo a la llovizna devolver al viento interior los años

previos, veo a las aves hablando con la bandera de

una era ordenada, la luna le da la espalda a la noche

hecha por otros, no es tan oscura como quien pudo

escapar por un pelo, no podrá ni queriendo pensar

lo contrario, a la luz de lo ilógico salen del recuerdo

los meses en montonera, los días prestan atención

a lo primero en perder la paciencia (esperando la

vuelta de algunos pasos a la habitación contigua).

Las razones fueron algunas de más, y a la hora de

encontrar de tarde otra anterior a estas, una nota

que debiera haber comprendido como hacer las

cosas cuando carecen de sentido, sin roces para

darlas por ignoradas en el hogar, tal como ha de

quedar abierto. Al uso llegan por la puerta estelar,

cada una con un rostro y la tierra tapando grietas,

sin saber que a través de ellas se cuela la luz, lo dijo

Cohen en época de quimera cuando la melodía oída

era muda, y otras iban detrás a escuchar las demás. 2

La gran distancia entre cada una y quiénes éramos

en la inmortalidad extranjera, llegaba al yermo en

la trena de los horarios, con toda la paciencia para

pasar del pensamiento a mejor no pensar en nada.

 

1. Término despectivo acuñado al final de la Guerra de Secesión para designar a ciudadanos de los estados del norte que emigraban al sur.

2. Leonard Cohen, “There is a crack in everything/That’s how the light gets in” (“Anthem”).

 

 



 

On the Road, la novela de Kerouac

(On the Road Again, la canción de Willie Nelson)

 
 

Cuidar a la madre, a todo el mundo le pasa.

Hay quienes dicen que “se recluyó y bebió”

(en la casa del azar) donde las cosas hacen

de las suyas, y para todo hay un predicado. 1

Madre era la promesa al quedar cumplida,

en los glosarios, la palabra “progenitora”.

Hacia ella para evitar el viento del final

iban los sentimientos en dirección a las

regiones donde les cuesta dar la vuelta,

del léxico salían ritmos para cantar de a

uno en lo que se trata, de penar, aunque

la nada suceda en secreto, con salmodias

a sentirse merodeadas, algunas y aquellas,

cada una con su tema muerto de antemano,

haciendo caso omiso a quien quedara mudo

de tanto haber dicho por si lo oían, “no que yo

sepa”. ¿O solo sirve esperar despacio, lo menos

posible, durar hasta donde sea ya mismo, hoy

para pensar sobre lo inusitado de los tiempos,

cuando la vida sigue y el tiempo pasa seguido?

Busco, me hago cargo, persisto con tres cuartas

partes de mi ignorancia, me parece una versión

distinta que decir por simpleza, no que yo sepa,

tal cual escriben algunos en las palabras, las que

separan al pasado de lo primero en desaparecer.

 

1. “Tras salir (en 1957) En el camino, [Kerouac] se hizo famoso, dejó el vagabundeo y se fue a casa a cuidar de su madre, cosa que hizo hasta el final de sus días” (lo cuenta Lawrence Ferlinghetti en una entrevista).

 
 

Eduardo Espina. Poeta y ensayista uruguayo. Sus poemarios incluyen: Habla (2005), De este modo se llena un vacío (2006) y La imaginación invisible. Antología 1982-2014 (2015). Entre sus libros de ensayos se encuentran: Festivas formas. Poesía peruana contemporánea (2009), Julio Herrera y Reissig. Prohibida la entrada a los uruguayos (2010) y Las ideas hasta el día de hoy (2013). Su obra ha sido traducida a numerosas lenguas. En 2011 obtuvo la beca Guggenheim. Es profesor de literatura hispanoamericana en Texas A&M University.