Lisi y otros poemas

Alex Lima

 

 

Lisi

 

No quiso Lisi que la viera sentada junto al muro

que separa al mar del firmamento:

No quiso que la contemplara tumbada

como Tláloc sobre la toba volcánica

deseosa de alcanzar los trece cielos.

No quiso Lisi que la viera sigilosa

deambulando por los filos de la acera cana,

allí, donde cada atardecer ondula el encaje de su falda

ya ventarrón trasnochado de la transparencia,

ya transparencia rosicler de tul poliéster.

No esperaba Lisi que la reconociera

entre los rizos donde alguna vez naufragó

el bajel de la mirada, fetiche capilar medio teñido

de marrón L’Oréal con finas hebras argentosas.

No quiso Lisi que la viera escapando de su chulo

antes de que la convirtiera en árbol deshojado

antes de que el colibrí, creador del cielo y de la tierra,

le succionara la última gota dulce de ambrosía.

No quiso Lisi que la viera en la portada del periódico

protagonista de una crónica reimpresa en la reproducción

mecánica de los atardeceres, nunca se llegó a saber

de dónde provenía, solo que hacía patria con su cuerpo

y mendigaba amor por las esquinas.

 

 

Cíclica

 

Me enamoro de ti por temporadas

como si el amor tuviera horario

y fecha en el calendario

como si el amor pasara de moda

y se volviera a llevar el otro año

como si se tratara de un juego

en los desfases del recuerdo;

se podría decir que se trata de un amor cíclico

como las estaciones

como las espirales que conducen al fondo

de un sueño repetido

objeto del deseo que retoña

en la instantánea de tu silueta adolorida

y se desvanece eventualmente a pixeladas;

ausencia que se consolida a medida que nos

acercamos a la inevitable partida

en medio de otro sueño paradójico

allí donde las formas empiezan a perder

su consistencia,

en la entrepierna de un nuevo amanecer,

en las articulaciones artríticas de las sombras;

me enamoro de ti por temporadas

como si el amor tuviera fecha de caducidad

como si el amor tuviera los días contados.

 

 

Híbrida

 

¿Por qué insistimos en regresar a Ítaca?

Por qué no regresar a Huancayo o a Gonzanamá

para volver a ser lo que siempre fuimos.

Acaso es imprescindible invocar a Penélope

con su cabello suelto al aire —imagen congelada

en secuencia tipo manga con banda sonora

amenazante—

amago de semblanza petrarquista con su perfil sin

rostro, con su cuerpo ultra-cosificado.

Acaso los poetas de otras latitudes invocan

a Mama Ocllo o a Sensemayá, la culebra.

¿Por qué insistir en volver a una isla en la que

nunca estuvimos?

Regresemos acaso al lago, a la barra de oro,

a captar el sonido de una lágrima que se derrama

desde lo más alto del continente

y aterriza en onda expansiva como un do-sostenido

de John Coltrane que rompe el silencio de los siglos.

 

 

Bus baby

 

cuando la wawa se sube a la guagua

pero que no la coja porque eso

requiere mucha fortaleza dicen

las crónicas virreinales

que se le daba guagua a las guaguas

y a las mujeres embarazadas

en las alturas de los Andes ground

del vernacular parando en los puertos designados

hasta llegar a las islas benditas del Caribe

con los oídos llenos de agua ultramarina

impidiéndonos distinguir si el viaje era de ida

o de vuelta

de ahí que no sabemos qué vino primero

si la fanesca o el marmitako

o un canario rebelde dentro de una jaula

con alas y platanitos acuñados en patacones

del tamaño de ese corazón que hacemos con los dedos

hasta llegar a Nueva York donde a la guagua

le salieron alas a la sombra de un viaje redondo

guagua aérea donde viajan todos los wawas

embajadores del paladar en cada faena pesquera

y en la cocina fusion donde las moléculas se disipan

con el rocío del sudor que transpiran los cocineros

guaguas que cogen la guagua para ir a todos lados

 

 

Colchón de algodón

[En voz de Miguel Bosé]

 

nada ni nadie detuvo las balas

que no había plata fue siempre la excusa

solo quedaron los cuerpos sangrientos

sobre camillas irreconocibles sobre un colchón de algodón,

de algodón, un colchón de algodón

 

siempre hablaban de leyes probables

que así lo dictaron los primeros masones

que la libertad vale más que una vida

tumbado a su anchas un viernes cualquiera

con los pies descalzos y un tinto sobre un colchón

de algodón, de algodón, un colchón de algodón

 

cazar animales la excusa perfecta

jugar al marqués y a la montería

pero en realidad era el pánico al negro

que matara al amo una noche cualquiera

mientras él violaba a aquella mulata

en la oscuridad y a los pies de un colchón de algodón,

de algodón, un colchón de algodón

 

no hay piedad ni nunca la ha habido

tanto sacramento y golpes de pecho

la culpa de tantos cadáveres prietos

pero no hay video ni fotos ni lobby

las cosas serían distintas si viéramos

cadenas y grillos y estacas manchadas

con restos de tripas sangre coagulada

sobre el edredón que oculta un colchón

de algodón, de algodón, un colchón de algodón

 

 

You made my day

 

me hiciste el día

como un versículo sacado del Génesis

como si de forma adánica se materializaran

las montañas, los arrecifes de coral y todas

las formas de un golpe de palabra

como diosa rabiosa

de alguna mitología ancestral

asentaste la superficie plástica

como legos aplanados y edificaste

sobre ellos árboles y estepas de pixeles Mine

craft

añadiendo complejidad al paisaje vacío

levantando paredes, trazando rutas

que conducen hacia un sótano

sin fondo

en caída libre como el mulo en el abismo

donde el cielo mide apenas seis metros cuadrados

y la palabra se vuelve objeto tridimensional

impreso en un futuro recuerdo

me hiciste el día esta vez

pero jamás me podrás hacer la noche

 

 

Port of entry: New York

 

we are the rejects of the world

forced out of ancestral lands

by war, famine, hierarchy, class,

prosecution, persecution, for having the wrong

family name, skin tone, religion or being born

in the wrong part of town

 

relocated from one wasteland to another

scattered in the dust yet guided by

unsuspecting ushers who were also once

strangers with surnames ending in open vowels

 

Ellis Island 1921:

they had 6 seconds to scan each immigrant during

the line inspection to detect those who should be held

for a more thorough medical examination

they had a right to appeal if rejected

the last recourse was to smuggle them back in

not much has changed in one hundred years

 

we are the segundones of the world, the weak,

the meek, the landless and disinherited,

so far removed from the old country

that we had to make up our own nation

of necios— stubborn men and women—

exceptionally inventing our own games with

our own rules, and eventually our own omnipresent

gods that pop up in movies and songs

in the midst of our simulacrum that will never

measure up to centuries of fratricidio

we’ve always known that a replica of the Eiffel Tower

will never be the Eiffel Tower

just like birds accept they will never be dinosaurs

again

in the end

we also made up our own language

a patois of sorts, a coded language to detect

newcomers, to fool the master, el patrón,

the employer, to bypass the algorithm

we are the rejects of the world, global LPC’s

Liable to become public charges

we’ve always known our destitute condition

just like we know        that

this is our last chance for redemption

 

 

 

Alex Lima es un poeta ecuatoriano. Autor de Inverano (2008), Bilocaciones (2011), Alba (2015) e Híbrida cíclica (2017). Prepara la obra reunida del poeta Roger Santiváñez y culmina su nuevo poemario titulado Mesa de contentos. Obtuvo un doctorado en literatura hispanoamericana por el Graduate Center, CUNY. Actualmente reside en Long Island, donde es profesor adjunto de español en Suffolk County Community College, SUNY.