Diario de virus

Luis Alberto Tamayo

 

 

(día 3)

 

18 de marzo, 2020

 

Hoy no hubo cifras de nuevos contagiados, se darán mañana a las 9 de la mañana. Se sabe de varios contagiados en un gimnasio de Chillan. Hoy Europa superó a los muertos de China. Hoy seguí teletrabajando para el colegio, guías, cuentos. Los viajeros que llegan de Europa llenan una ficha en el aeropuerto y listo, en metro para la casa. Mi sobrina Belén sigue varada en Guayaquil esperando que la cancillería ponga un avión para repatriar chilenos, su aerolínea no le responde. Hoy había muy poca gente en la calle cuando salí a pasear a Barón Von Bischoffshausen, nuestro perro. En la plaza un grupo de chicos compartían un pito de mariguana y latas de cerveza, los observé y chocaban sus manos y se palmoteaban. Nada con la distancia física preventiva. Hoy hice pan amasado y se perfumó la casa. Mi hijo estuvo en clases por computador para su carrera, en la tarde salió donde un amigo y avisó que se quedará por allá. Harto le había durado el encierro. Puede que se decrete cuarentena total, eso lo veremos mañana, por lo pronto solo pueden abrir las farmacias, los supermercados y almacenes. Hoy me llamó Anita María Dávila desde Barcelona muy preocupada porque se entera por las redes sociales de que en Chile todavía no se toman todos en serio el peligro. Hablamos mucho rato y me contó lo mal que andan en España y supongo que es parecido a lo que nos espera a nosotros que vamos con un desfase de dos semanas. Hay silencio en la ciudad. Eso hablé hoy con Elba mi amiga enfermera, nuestra asesora en salud pública. Veremos qué dice el gobierno mañana, da vergüenza ver a las autoridades preocupadas de la salud de las personas pero comprando más carros lanza-aguas, más bombas lacrimógenas y más escopetas para dejar ciegas y tuertas a las personas que se ponen de pie contra un modelo de vida que deja fuera de la fiesta a las grandes mayorías. Todos nos defendemos del coronavirus y pasada la emergencia nos seguiremos defendiendo de la plaga criminal llamada Carabineros de Chile. Esto no es doble estándar, es más parecido a la esquizofrenia.

 

 

(día 4)

 

19 de marzo, 2020

 

Desde ayer a hoy hay 103 contagiados más. Ahora en Chile hay 342 personas que han dado positivo y el gobierno en vez de intervenir la salud privada para tener más camas para los que las necesiten se ha puesto a pagar favores políticos habilitando espacios de espectáculos, arrendando el espacio Riesco y el Hotel O´Higgins en Viña del Mar. Medidas efectistas. El estado gasta millones en arrendar espacios que no serán hospitales. Ahora cerraron el comercio, pero no los malls que permanecerán abiertos, porque la letra chica dice que se abrirán las farmacias, los supermercados y los establecimientos en que vendan cosas para el hogar, es decir todas las multitiendas: Falabella, Almacenes Paris, Ripley, etc… La letra chica de Piñera. Hoy también me entero de que se cerrarán las discotecas. Es decir había gente que se juntaba a bailar. Hoy hablé largo con mi sobrino Pablo que está encerrado por haber llegado de Alemania. Hoy recibí un mensaje por Facebook que me decía que Camila Vallejo, diputada comunista, era una traidora por creer en el peligro del corona virus. Mi tío Nano pregunta quién conoce realmente un contagiado por el coronavirus. Tonteras que pasan. Veo a mis vecinos y pienso que al terminar este evento varios no van a estar. Escribo notas para mis alumnos y les cuento cuentos y los entusiasmo con el amor a las palabras. Espero llegar a contarles cuentos otra vez. Apocalipsis, pienso en cómo vamos a amar la vida después de esto. Mañana tengo una reunión virtual vía computador. Prepárate, chico, es la vida que viene…

Ave Cesar imperator, los que van a morir te saludan.

Alea jacta est.

 

 

(día 5)

 

20 de marzo, 2020

 

Explico algunas cosas: la cuenta de este diario empieza el lunes 16 de marzo de 2020, el día en que se suspendieron las clases, por eso el día 5 es hoy viernes 20. Este es un diario personal, un registro particular de lo que estoy viviendo. Un registro subjetivo, interesado y que busca solo eso registrar impresiones con mayor o menor rigor y compartirlo. Hoy he sentido la tristeza en las calles, antesala del abatimiento que en algún lugar se esconde. Echo de menos a mis niños, sus abrazos, contarles cuentos. Mal. El corazón es muy frágil. Hoy tuvimos una teleconferencia con mis compañeros y compañeras de trabajo, tuve la alegría de verlos y escucharlos un rato pequeño. Conversar como podrá seguir vigente esto de hacer escuela sin cercanía. Los padres tienen que hacer teletrabajo en casa y ayudar a los niños en las tareas, algunas guías, y entiendo que los padres son padres y no maestros y que están cruzados por la angustia, la incertidumbre de la salud, de la alimentación y la incertidumbre económica. Mucho, demasiado para los pobres padres y madres, tratar de asegurar la permanencia arriba de la vida y lidiar con matemáticas y ciencias y otras materias. No hay tantos computadores disponibles por familia, no hay impresoras con tanta tinta. Tal vez la labor de los profesores sea acoger, calmar, abrazar a distancia. Quizá el año lectivo ya se fue al tacho de la basura. Hoy hay 434 infectados y si se hace la proyección de la curva, vamos mal, debieran sonar los martillos y debieran correr las carretillas con cemento construyendo hospitales, pero no, no hay nada de eso. Conozco maestros chilenos que ya en quince días habrían construido muchas salas de hospital, y los buenos soldadores habrían hecho muchas camas. Quizá vaya a haber instalaciones para todos los ABC1, ¿qué pasará con los otros? Quizá Greta Thunberg intuía lo que venía, una sacudida de la tierra para librarse de nosotros. Quizá después de todo “quedemos los que puedan sonreír, en medio de la muerte en plena luz”, (Silvio Rodríguez). El planeta será otro, si hay un mañana. Hoy me di una alegría y vi completo el partido de fútbol de la Universidad de Chile contra Universitario de Quito, final de la Copa sudamericana: lloré feliz con los dos goles de Edu Vargas y el otro de Gustavo Lorenzetti. Buscando alegrías en mi pasado. Inventando sueños. Y nosotros sin gobierno. Los alcaldes toman la posta del vacío de poder. Chiloé se cierra por iniciativa propia, nadie en su sano juicio podría sentarse a esperar medidas del gobierno central. Mi perro Barón Von Bischoffshausen, hoy paseó tranquilo, no tiró de la correa y casi no ladró. Hoy respiramos juntos a coro mientras nos mirábamos a los ojos. Podemos respirar le dije y como que sonrió con su boca de perro. El lunes, espero, contaré cuentos frente a una cámara e imaginaré que mis niños están al otro lado. Los días son largos para mis niños, faltan los amigos, falta la escuela. Vamos aprendiendo otras formas de comunicarnos. Todavía no se declara la cuarentena. ¿De qué vivirá la señora que vendía dulces cada día en una mesita frente al colegio? Siento que nos vamos metiendo en un bosque.

 

 

 

 

(día 6)

 

21 de marzo, 2020

 

Hoy los contagiados llegan a 537, una persona fallecida, la señora Sonia, de Renca, no de la zona oriente de Santiago, ella no era ABC1 ni había viajado a Italia. Hoy me costó saber qué día era: es sábado, antes me gustaban mucho los sábados, venían después del agotador viernes. Ya cuando no sabes qué día es, es vivir como pajarito, perdido. Trató de hacerme rutinas planificar, crear. Hay una novela que repasar, corregir un poco, hay problemas de continuidad y de dos personajes que compiten porque tienen roles similares, hay que recortar y dejar solo a uno. Hay que podar e imprimir, solo falta la puntada final, pero sin ánimo, sin las antenas encendidas puedo sentarme al teclado y echarlo a perder todo. Hacer literatura implica volcarse en el texto sin que se cruce nada más y hoy se cruza todo. La imagen de ese diario italiano con el obituario con fotos de ancianos y ancianas, miles de italiano bulliciosos que ya no están. Hoy fui a la feria con mucho cuidado, hay abastecimiento de fruta y verdura, los precios escapando, pero hay que comer. Lo importante es que haya con qué comprar. Me cuesta tanto no llevarme la mano a la cara. Me restriego los ojos, me rasco, me pellizco, me hago cariñitos, me rasco la frente, las orejas. No sé; volví de la feria y me lavé las manos, toqué bolsas, manos, monedas billetes, compré por mil pesos una gran llave para sacar tuercas de camión, una bella llave fría, plateada, pesada, una obra de arte. No podía dejarla ir, la necesitaba, ahora está en mi escritorio afirmando unas carpetas para que no se las lleve el viento. Me servirá para contar un cuento. Hoy recuperé una idea que produje hace veinte años en mi cabeza y ahora toma fuerza, forma y se convertirá en pequeñas obras de teatro. Mañana domingo escribiré tres obritas. Lo malo es que las pensé para actuarlas yo, pero hoy me miré al espejo y mi cuerpo no da, sería patético, pero conozco al actor que lo hará bien. Entonces me alegré y abandoné todo lo inconcluso por un proyecto nuevo. Un proyecto que en tres días ya estará rodando. Ser libretista, dramaturgo, creador, es un gran trabajo, uno inventa trabajo para los demás. Recuerdo cuando libreteaba en Los Venegas y de mi cabeza salían los enredos y equivocaciones que encarnaban las actrices y actores, pero además trabajaban las maquilladoras, las chicas de vestuario, Carmencita, Nelson y sus peinados, más los camarógrafos, los iluminadores, los cañeros, los de producción. Había trabajo y yo era el primero de la máquina. Los días pasan lentos, recién el día seis y los expertos hablan de que lo peor llegará en la semana 8. ¡¡¡Valor!!! ¡Quién te dijo que la vida era fácil, eh, muchacho. Mi hijo se queja de dolor de muelas. Buscar un dentista y pagar con tarjeta de crédito. Mi hija y Eliana hacen panqueques con mermelada de damasco. Mañana será domingo, me lo repito, no me gusta no saber qué día es, me siento en la nada o camino a la nada. Mañana será domingo partiré el día con un café de grano fuerte y luego a escribir tres pequeños guiones. Ya tengo un nuevo propósito, un plan de fuga de esta realidad que se diluye. Señora Sonia, espero que su vida haya sido hermosa, que se haya reído a carcajadas un millón de veces.

 

 

(día 7)

 

22 de marzo, 2020

 

Hoy Eliana, mi esposa, me despertó con Carmina Burana esa música poderosa que incita a bailar a beber, a cantar. Música compuestas por goliardos, poetas, músicos, sacerdotes descarriados, anarquistas. Carl Orff encontró esas extrañas partituras y recompuso y rearmó y le puso también lo suyo. Un regalo para la humanidad. Música para darse ánimo en este encierro en que van 632 contagiados y debo seguir encariñándome con la casa. Aquí estaré haciendo el aguante. Pienso en que nadie es tan puro, Carl Orff militó en las juventudes hitlerianas en su juventud. Él creyó, confió, no cuestionó, hizo lo que hacía la mayoría. También tuvo miedo. Pienso en la diputada Camila Flores que pide cuarentena, pide protección y por hoy creo que es sincera. Pienso en las palabras del presidente de El Salvador que puede tener acciones reprochables, pero sus medidas me parece que favorecerán a los más pobres. Luego me dirán que es un populista, un tipo de lo peor, un proyankie. Puede ser, no soy experto en política salvadoreña. Es tan difícil ver la verdad. Me tratarán de ingenuo si digo que veo bastante honestidad en la actitud de Ossandón y Desbordes y de Carter. El buque de la humanidad se hunde y creo que algunos van a reaccionar. También recuerdo que desconfiaban de los proyectos de Douglas Tompkins. Desconfianza. Hoy me llegó un Twitter en que trataban a Izkia Siches, la presidenta del Colegio Médico, de traidora al pueblo por reunirse con Piñera y Mañalich (la incomodidad de Mañalich era evidente). La peste se sigue propagando y la responsable es la clase alta, se creen privilegiados de la Divina Providencia y se niegan a verse igualados a la chusma con las mismas posibilidades de ser tumbados por un virus. Ellos no van a dejar sus privilegios, se van a sus casas en la playa, se van a contaminar el litoral central, a sus casas de lagos y montañas. Entonces propagan, propagan porque no saben que son portadores, porque la abuela llegó de España y no dijo que tenía fiebre, ¡cómo!, ¡si la peste es para los pobres! No les cabe en la cabeza que son seres humanos vulnerables. La clase dominante está mejor alimentada, han tenido siempre lo mejor, siempre ventajas. El peligro empieza cuando los focos salgan de la zona oriente. No puede ser que los rubios y blancos no tengan una superioridad biológica ante un virus. Día 7 del encierro y hay que ir pensando en el nuevo contrato social, cómo organizaremos la polis luego de esta debacle. Y ahí caigo en la cuenta de que habíamos adelantado harto luego del 18 de Octubre. Tenemos una nueva Constitución ad-portas y el coronavirus nos ha ayudado a hacer más visibles las injusticias. Pienso en Fabiola Campillay, en Gustavo Gatica que ahora, ciegos, escuchan hablar al Ministro de Salud y pueden recordar su rostro, el mismo ministro que no hizo nada para que Carabineros de Chile dejara de usar escopetas y dejara de apuntar directo a la cara las bombas lacrimógenas. A ese ministro no le importan los ojos ni la vida de los otros, él defiende la riqueza de su clase, que por favor no se vayan a quedar los esclavos en la casa, porque entonces no habrá quien retire los vasos y las botellas de la última fiesta.

 

 

 

 

(día 8)

 

23 de marzo, 2020

 

“Árbol de la esperanza mantente firme/ que no lloren tus ojos al despedirme”. Se me viene a la mente este mantra del Chapulín Colorado al iniciar este relato. A tumbos por este túnel entre mi casa y el paseo del perro, sin que nadie se me acerque. Hoy fui a vacunarme contra la influenza. Luego me faltó el ánimo. Hace 10 días que conté mi último cuento, hace diez días que abracé a mis niños, sin tener conciencia de que podían ser portadores del virus asintomáticos. Pero estoy bien, leyendo, corrigiendo. Van 746 infectados y han muerto dos mujeres mayores. Hoy el metro estuvo atiborrado de pasajeros, gente arracimada tratando de viajar a sus trabajos, en diez días más veremos cómo salta el número de contagiados. Veo también en el diario la foto de un matrimonio ABC1, todos felices, “aquí no ha pasado nada” y todos esos irresponsables tienen empleadas y empleados a los cuales contagiarán, veo la foto de un empresario exministro de Piñera y del humorista Coco Legrand, (Viejo de Mierda, así se llama acertadamente su última obra). El 22 de Mayo de 1960 fue el terremoto de Valdivia: 9,5 grados. Era el año de la rata de metal en el horóscopo chino. Yo tenía 3 meses, murieron aproximadamente 2.000 personas. El año 2020 también es el año de la rata de metal, compleja coincidencia. Tiempos revueltos. Paseo a mi perro y veo abierto el taller de desabollar automóviles de don José; como siempre está lleno de vehículos que llegan hecho güiros y se van relucientes. Cuento más de catorce autos en las veredas, la platabanda, la calle y el interior del taller. Don José trabaja siempre, siete días a la semana. El único día que cierra es el viernes santo. Él viste pobremente, sucio por su trabajo, tiene unos ocho empleados que están siempre con él. Hoy los vi haciendo sándwiches y compartiendo coca cola, como siempre juntos, bromeando, sin tomar distancia mínima, sin mascarillas. En ese taller, para don José y sus muchachos nada ha cambiado, el coronavirus no existe. Ahí corre dinero, tienen mucho trabajo, no cobran caro, trabajan bien; ahí hay dinero, dinero que don José parece no gastar, siempre viste igual, le faltan piezas dentales, parece haber nacido solo para trabajar. No sé dónde vive, no imagino su living ni su dormitorio, podría ser de lujo, no lo sé. Él nunca descansa, sabe enderezar latas. Su amplio taller sigue de fiesta, la fiesta del trabajo duro, la talla, la risa. Una vez me arregló el auto, me cobró 180.000 pesos, se demoró cuatro días, el auto quedó impecable. Paso frente al taller de don José y me sonríe y me saluda. El barrio está distinto, se respira miedo, salvo en el taller de don José. Él no tiene miedo, no tiene conciencia, él no cree, y si él no cree ninguno de sus muchachos cree ni tiene miedo, él es el líder y es el que paga al final de la jornada.

 

 

(día 9)

 

24 de marzo, 2020

 

Estamos a punto de llegar a los 1.000 contagiados, llevamos 922. El MIL es un número psicológico, esto es muy serio, ya van dos mujeres fallecidas y hay un número alto en las UTI, Unidad de Tratamiento Intensivo. Entre esas personas está la suegra de Priscilla; a Prisci la conozco de pequeñita pues fue alumna de mi madre. Esta señora es de Coronel y al parecer se contagió en un viaje a Rapa Nui. Esta pandemia nos ha hecho pensar en el mundo que tenemos, este sistema no da para más, no da para esperar sentados la otra pandemia (si es que salimos de esta) Es urgente considerar que la acumulación desmedidas de riquezas es una enfermedad mental. Sebastián Piñera acumula 2.500 millones de dólares y es la sexta fortuna del país, junto a Luksic, Paulmann, Matte, Solari, Saieh, Ponce Lerou y Angelini. Sabemos que Piñera no es un empresario, él no ha creado ni una sola empresa, solo es un especulador, un apostador de la bolsa y con información privilegiada. Sabemos que la carrera de Piñera y todas las otras están llenas de trampas y crímenes, colusiones y estafas. Ponce Lerou compraba políticos para que le hicieran leyes a la medida. Este no es un modelo de sociedad que sirva para apostar al futuro. Pasada la emergencia retornaremos a la batalla por otro tipo de modelo de sociedad. Piñera y su fortuna podrían comprar miles de ventiladores mecánicos, pero nada, prefiere tenderles una mano a sus amigos dueños del Espacio Riesco y arrendárselos por 26 millones al día para un hospital de emergencia. Salva a sus amigos con dineros del Estado. Los dueños de todo se creen inmortales van y vienen por las playas como si nada, hacen ir a sus sirvientes a sus casas cada día a trabajar a atenderlos, no van a caer en la bajeza de lavar los platos que ensuciaron al almuerzo. Víctor Frankl, un filósofo que se salvó de los campos de exterminio nazi, planteó la idea de que frente a la estatua de la Libertad había que hacer, del mismo tamaño, la estatua de la Responsabilidad. Nada, la masa millonaria no es culta y no debe conocerlo. Hoy mi hija se sentó a la máquina de coser y empezó a confeccionar mascarillas, la mía llegará mañana. Hoy puse la última coma de un relato que me gusta. ¡¡¡Bien!!! Hoy me reuní en teletrabajo con mis colegas, mañana veré por esta magia tecnológica a muchos de mis alumnos y les contaré un cuento, tengo media hora para ser feliz y decirles que la luz de la sala sigue encendida esperándolos a que vuelvan.

 

 

 

 

(día 10)

 

25 de marzo, 2020

 

Hoy pasamos la cota 1.000, van 1.142 contagiados y 3 fallecidos. Hoy se me ocurre apostar a una historia fuerte, a los buenos médicos que ha tenido Chile, a nuestra historia, a don Alonso de Ercilla, a los minilibros Quimantú, a nuestros dos premios Nobel. Sé que nuestros expertos en salubridad, nuestros epidemiólogos son buenos, hay tradición, hay un modo de hacer las cosas, sé que hubo un médico llamado Salvador Allende que sabía de salud pública. A pesar de tener el peor gobierno que se pueda imaginar, hay una élite científica que avanza, avanza e impone medidas cuerdas. El gobierno va a tropezones empujado por un grupo fuerte y documentado que lo obliga a tomar medidas. Eso nos va salvando. Llegaremos a la cuarentena, llegaremos a que ninguna empleada de casa particular vaya a servir a la mansión, llegaremos a que se silencien los martillos en las empresas constructoras, y que los jardineros dejen de podar rosas en el barrio alto para luego ir a esparcir virus en los sectores populares. Todo es urgencia y entre hoy y ayer dos pumas nos visitan. Los felinos curiosos bajaron de los cerros, no había ruido de motores en la ciudad, pero además olían la adrenalina, los humanos se escondían, estaban amedrentados. Los pumas interpretaron como que los humanos les temían, y no era a ellos, le temían al coronavirus. Los pumas siguieron avanzando por las Condes, Providencia, Ñuñoa, La Reina. El depredador olía la adrenalina, el miedo del depredado. Los pumas estaban sanos, fuertes, no tenían hambre, solo vinieron a curiosear, son felinos noveleros. Los humanos están disminuidos, asustados, aterrados y ellos lo percibieron. Pumas en la ciudad, una buena noticia. Quizá ellos saben que pronto la plaga humana abandonará el valle del Mapocho. Hoy estuve con mis alumnos y les conté un cuento de pumas. No me pusieron mucha atención, estaban felices descubriéndose en la pantalla, por primera vez en semanas estaban juntos. Son niños y niñas de primero básico, se alegraban de verse y chillaban. Conté un cuento, mis niños me visitaron en mi casa. La tecnología. Un nuevo mundo quedará después de esto, otra vida, otra mirada. Todo distinto. Mañana puedo sacar de paseo a mi perro sin pedir permiso, vivo en Peñalolén, los perros de Ñuñoa no tienen tanta suerte. En diez días más comenzará el estallido por las aglomeraciones del metro del lunes y martes. Diario de virus, diario de miedo. Hoy usé la mascarilla que me hizo mi hija. Hoy les conté un cuento a mis alumnos ayudado por mi hijo que apretó los botones del computador. Mi sobrina Belén aún no puede volver de Guayaquil. Cosas de estos tiempos. Tomándole cariño a mi casa, como un astronauta ama su estación espacial.

 

 

(día 11)

 

26 de marzo, 2020

 

Se siente la presencia de la muerte. Escucho noticias de Italia, España, y es como estar en la Segunda Guerra Mundial pegados a la radio a tubos, escuchando cifras de bajas de bombardeos y cuerpos recogidos en los campos de batalla. Pienso en una imagen vista en mi infancia, un noticiario en el cine, ataúdes de soldados estadounidenses llegados desde Vietnam. Decenas de féretros de madera café bruñida, relucientes, pero adentro había una sonrisa que nunca más. Claro, eran soldados invadiendo a otro pueblo, mandados. Recuerdo el frío en mi espalda al pararme frente al muro de mármol negro donde están escritos los nombres de los Detenidos Desaparecidos de la dictadura de Pinochet. Muerte. Veo las hermosas camas eléctricas, mecánicas, digitales del Espacio Riesco, ahí llegarán los contaminados que tengan más recursos. La cercanía de la muerte hace más latente las diferencias sociales, luego veo ese gimnasio con literas famélicas en que se recibirán contagiados del puerto de San Antonio. Es distinta la cosa, como diría Nicanor Parra: no se hagan ilusiones, no habrá pijamas de madera para todos. Pienso en el cuerpo de Mozart apenas amortajado en un lienzo tosco y arrojado a una fosa común. España 4.000 muertos. Mi madre nació el 17 de Julio de 1936, exactamente el día que se rebela Franco contra la República y se inicia la guerra civil española. Mi suegro, don Darío Oyarzún, tenía 12 años entonces, era bisnieto de vascos y quería ir a pelear junto a los republicanos. En la Escuela Santa María en Iquique el gobierno de la época hablaba de 150 muertos. Algunos historiadores fijan la cifra entre 2.000 y 3.000. Cada carro de metro, lleno de pasajeros que iban a sus trabajos, es la certeza de que en 12 días más las cifras de contaminados se dispararán. Se llenarán los hospitales antiguos y los de emergencia. Pero el país no debe dejar de producir, los obreros deben seguir construyendo edificios, deben amasar fortunas para el patrón. El desfile de los que van a morir o ya están muertos porque no le importan a nadie es como el baile macabro Thriller de Michael Jackson. Ya tenemos en Chile 1.306 contagiados, y cuatro muertos. En España ya llevan 50.000 contagiados, ellos empezaron la cuesta abajo en la rodada mucho antes que nosotros. Se pueden perder vidas, las que usted quiera, pero no dinero, ese parece ser el lema del gobierno en la alianza feroz de empresarios, políticos y fuerzas armadas. La iglesia católica ya no cuenta, ningún cura tiene voz, ni prestigio ni hay orejas atentas. Esa es una buena noticia, nadie cree en esas manos que esparcen agua bendita y dan la extremaunción y hacen la cruz en el aire, las mismas manos con que abusaban de niñas y niños adolescentes y adultos. Estamos a la espera de gráficos contenidos que se dispararán. Las autoridades no hacen casi nada bien, hoy lograron que los ciudadanos se aglomeraran en las comisarías buscando un dichoso salvoconducto, que puede significar el salvoconducto a un viaje sin retorno. Es la hora de ser menos sumiso y desobedecer a las autoridades que dan ordenes estúpidas, que se ciñen a protocolos de control, no protocolos de cuidado de las personas. Estamos ante “la conjura de los necios” y más necios seríamos nosotros si les obedecemos en todo. A quedarnos en casa, amigos, quedémonos en casa. En casa. Quizá veamos otra vez, crecer el pasto verde sobre los muros de barro.

 

 

(día 12)

 

27 de marzo, 2020

 

Este póker se torna complejo, no nos ha tocado jugar con puros ases. Veníamos desgastados con la revuelta social, y esto del corona virus no fue “un momentito y ya volvemos” de la protesta, tenemos el virus en medio de la protesta, el coronavirus viene a aclarar, a hacer nítidas y patentes las razones de la protesta. Hoy con el coronavirus, tenemos menos dignidad que nunca. Nos privan de lo esencial: la muerte digna. Me roban mis fondos para jubilarme. El gobierno autoriza despidos sin indemnización, sin razones, sin piedad. Si eres un hombre de bien, un bien nacido, debes ofrendar tu vida por este sistema de señores y esclavos. Un experto aclara que el sistema de salud de todos modos va a colapsar, morirá gente en los pasillos, en las escaleras, en el suelo, morirán sin ayuda, y serán lanzados a una fosa común, sin más y sus fondos previsionales serán tragados por el monstruo. Se acerca la debacle. Estamos a la espera de lo peor y es inevitable. Por eso me gustan los terremotos, porque ese día uno se levanta feliz y es feliz hasta el segundo exacto en que todo se mueve, todo se rompe y todo cae. Por esa razón odio los huracanes. Prepárese, enciérrese, ya viene, asegure las ventanas, entre al perro, junte agua, junte comida, ya viene, ya viene, prepárese para lo peor. Los huracanes y su angustia previa. Así estamos, esperando el pick de la epidemia, esperando lo inmanejable, lo dantesco, lo macabro, lo apocalíptico. Pero aún no, siga en lo suyo, no se altere, no saca nada con ponerse ansioso, porque de que viene, viene. Hoy 1.610 contagiados, 5 fallecidos. Hoy EEUU toma la delantera en más de 100.000 contagiados, viene mal eso, más de los 81.000 que tuvieron los chinos y que ya vienen dominando la situación. Y el fantasma de Italia nos ronda, el fantasma de Italia nos dice que todos somos candidatos para morir. Hoy fui a comprar harina, el supermercado estaba remodelado, casi vacío, las estanterías llenas de carbón para asados, champo, comida para perros, muchas cecinas finas y caras. Parecía un supermercado en tiempos de guerra. No había harina, ni pan, ni azúcar. Mal, todo mal. En mayo o junio será la debacle, está anunciada, por lo pronto, toquen la guitarra, canten, pinten. Yo escribo mi diario. EEUU será el pato de la boda y en América del sur, Brasil, con un presidente ciego y estúpido. Mi corazón con España e Italia. Los terremotos llegan de pronto sin amenaza, eso es lo bueno, el virus y su colapso es una muerte lenta, un aniquilarse minuto a minuto. El presidente de un país debe ser un ciudadano común, un trabajador, un tipo sensato; una mujer que sepa ir a la feria. Un millonario enfermo de codicia, no. No es bueno tener un presidente millonario, es un ganador, un exitoso, un sin alma y sin escrúpulos. Si participas de otra elección, piénsalo. Nunca más un millonario. Un millonario no es humano, es un criminal, las fortunas se amasan con el crimen.

 

 

(día 24)

 

8 de abril, 2020

 

Uno de las valores que para mí son bárbaros (de barbarie), es esa institución siciliana muy arraigada en Chile y es que a mi familia no se le toca: “nadie puede hablar mal de mis hijos o de mis hermanos” —me dijo una vez una sostenedora de colegio— “yo sé cómo son mis hijos, y yo los puedo retar en casa y decirles en la cara unas cuantas verdades, pero si alguien, fuera de la familia, dice algo de ellos, yo me lanzo a su cuello”. Yo, a mis 23 años escuchaba esto y no me cuadraba, para mí el valor de la verdad era, y es, muy importante. Jamás les exigiría a mis hermanos esa lealtad, que me defiendan siempre. ¿Por qué? Si alguien piensa que actué mal y lo dice y mi hermano está ahí, ya, bien y si también piensa que actué mal, puede decirlo. No entiendo tanta debilidad, tanta fragilidad. Uno en la vida, si hace cosas, si toma decisiones, puede equivocarse muchas veces. Y si alguien lo dice, pues lo dice, es el control social. Una vez escuché a una mujer quejarse de que andaban diciendo que su hija le debía dos millones a un tío y que tenía a sus hijos en un colegio carísimo. Y era verdad, nada que reclamar. La familia no se toca, me parece un pacto de rufianes como las defensas corporativas de cualquier grupo humano. Yo puedo reconocer, mi pariente metió las patas, se le fueron los enanitos pal monte, pero no siempre es así, es una buena persona, ya reparará el daño. A veces la gente actúa muy raro y con miedo. Para la Revuelta de Octubre vi gente decente, trabajadora, cumplidora de la ley arrancar de un supermercado con un televisor en su caja. ¡Ladrón, ladrón! Pero nadie reparó que esa persona tenía miedo, sentía que no había autoridad, ley, no había orden, ni trabajo, ni comida, la barbarie estaba desatada. Entonces ante la emergencia actúa su cerebro primitivo, “Ya no hay comida en el supermercado, pero un televisor es un objeto valioso que puede servir para trueque”. Es como tener una cadenita de oro en la cárcel. No lo piensa, no hay raciocinio, hay que tomar algo, acumular especies, lo que sea para asegurar la vida propia y la de su familia, su clan. Pienso todo esto porque veo aparecer miedo a la muerte, y si siento ese miedo puedo actuar como nunca he actuado. Mucha gente fue a la playa a sus segundas casas de veraneo a descansar, vacaciones en medio de la pandemia, pero en algunos pueblos del litoral los recibieron a golpes, con barricadas y les rayaron, con pintura de autos, sus hermosos 4×4. Están los bárbaros que piensan que el virus los respetará, o si se infectan irán a buenas clínicas y se salvarán; entonces ellos se saltan las reglas, porque está en su cultura de poderosos hacer trampas. Pero se han encontrado con otros bárbaros que se sienten atacados, puestos en riesgo y les rayan sus autos y sus casas. ¡Fuera de aquí! De ahí a sacar armas de fuego hay un paso. Hoy contamos 48 fallecidos, ya es un grupo de ataúdes impresionante. Hoy hay obligatoriedad de usar mascarilla en el transporte público. Otra decisión postergada del gobierno. La multa por no usar mascarilla puede llegar a 2.000.000 de pesos. ¡¡¡Están locos!! ¡El denominado pastor Soto llama al pueblo evangélico a salir a las calles a predicar la palabra de dios! Peligra la votación de Juan Antonio Kast. En Chile hay 5.546 contagiados, ya es un número importante. Los carabineros les toman la temperatura a los humanos con termómetros diseñados para la industria. ¡Otra más de Carabineros de Chile, pero no, nada, han cometido crímenes peores, alguien compró termómetros y se ganó una comisión. Ya el general Mario Rozas alegará que él no sabía nada, que no puede estar en todo. Día complejo, tenemos un nuevo presidente de la Cámara de Diputados, un terrateniente conservador. Gracias a los diputados que no están a la altura ni de la cuneta. Otro día pasa y la tormenta anunciada se va desanudando. Ya viene, ya viene, ya viene lo peor. Hoy grabé dos cuentos para mis alumnos “Melquiades el Conejo de Halloween” y “La corona del rey pobre”. Escribo esto diariamente para dejar registro de mi particular modo de vivir la pandemia. Una vez leí que el escritor Alfonso Calderón llevaba un diario para el 11 de septiembre del 73 y llevó sus notas por años y era una buena fuente de información. Solo eso hago, es un registro a mi modo. Acumular datos del día a día. Solo eso.

 

(día 25)

 

9 de abril, 2020

 

Esta pandemia ha venido a desnudar a nuestra sociedad. Ha sido un golpe brutal para decirnos que hemos vivido llenos de ilusiones y espejismos. Confirmamos que la mentira es un arma de los poderosos. El ministro Mañalich insiste, sin arrugarse, en contar a los muertos como recuperados del coronavirus. Así es. Hoy murieron 9 chilenos y la cifra va en alza, hay 54 graves. Empezaron a morir los pobres y no parará. Veo a un profesor de la Pontificia Universidad Católica que no puede ver, no se imagina que haya alumnos suyos sin buenos planes de internet, sin buenos equipos de computación y envía a sus alumnos problemáticos a trabajar al McDonald’s. Recuerdo en los años 80 al estudiante de periodismo de la UC José Eduardo Jara, él hacía aseo en casa, cortaba pasto para estudiar. Sí los hay, alumnos pobres en la UC, pero ese profesor lo ignora, no se lo imagina; y es más, en su alma piensa que eso no debiera suceder. Ese estudiante fue secuestrado y torturado hasta morir por el COVEMA, una organización terrorista de la dictadura. Otro tipo, un empresario llama a salvar la economía y eso va a costar muertos, pero hay un fin superior. José Manuel Silva dice: “No podemos seguir parando la economía, debemos tomar riesgos, y eso significa que va a morir gente”. Eso dijo. Necesitamos una nueva Constitución para que sujetos como este, por esas declaraciones vaya a la cárcel. Él no habla de que va a morir su hija, su hermano, su esposa, ¡no! va a morir gente, ene ene, patipelados, los que mueren siempre. Los que morían cuando el general Baquedano ordenaba avanzar a sus tropas, un militar tosco, bruto, limitado. Va a morir gente como diría Pinochet, qué tanto. No conocen el valor de la vida. Conocen y valoran sus vidas, son clasistas, racistas, fascistas. Necesitamos que de estos días nazca algo mejor, algo bueno para las mayorías. Y no me asumo resentido como me dijo una inesperada francotiradora. Vuelvo a lo mismo, la historia la hace esa mezcla de razón y sentimiento, razón y emociones y hay emociones primitivas. “La propiedad privada es un sentimiento primitivo”. Mi perro cuida su hueso y puede morderme, si se lo quito. Una vez le escuché decir a un cura católico que una persona podía ser dueña de la casa más linda del pueblo que estaba emplazada sobre una colina, pero si venía un terremoto feroz y esa era la única casa que quedaba en pie en pleno invierno, esa ya no era la casa de ese señor, sino que era la casa de niños recién nacidos, la casa de los ancianos y los débiles. Ahí terminaba la sagrada propiedad privada. No soy un flojo que defienda la flojera. Cuando dicen que los pobres son flojos es que nunca se han levantado a las seis de la mañana a tomar micro a calle Santa Rosa, Vicuña Mackenna o Avenida Grecia; ahí verán a los pobres trabajadores, mal comidos, mal dormidos, que van a sus trabajos, ahí verán a los inmigrantes. Morirá mucha gente en esta pasada, pero debe emerger una sociedad más limpia, con verdad. Paren de mentir, paren de decir que no está claro que hayan sido carabineros los que dejaron ciego a Gustavo Gatica, no insulten nuestra inteligencia. Asesinos. Paren la tontera, que pare la tontera la señora Pamela Jiles que es solo una farandulera metida a la política haciendo un trabajo sucio que favorece a sus primos militares fascistas. Algo mejor debe nacer de esto. La plaza de La Dignidad nos espera, los que queden, volverán. Un momentito y ya volvemos.

 

 

 

 

(día 55)

 

9 de mayo, 2020

 

Mi epitafio dirá: “Aquí no está el Luchín. Vino al mundo a jugar. Eso es lo que he hecho, hago y haré. Lo último será jugar a las escondidas y vayan a buscarme, en una de esas me encuentran. Yo no vine al mundo a ejercer de capataz de nadie, no me gusta. Hace unos años una jefa, (psicóloga) me retó muchas veces como si yo fuera un niño. Me retó en medio del patio del colegio porque se me había olvidado ir a una reunión con ella en horario de almuerzo. Comer mirando a la jefa tomando apuntes y metiéndose la cuchara por la oreja. Ella era una gran capataz, una gran déspota. Y yo la conocí, suave, empática, tierna. Era así, trabajaba de buenita mientras postulaba al poder. Huyo de los negreros con látigo, jamás sería uno de ellos. Otra vez caí en manos de un ex hippie, lleno de orificios en sus orejas, vida de vagabundo y ahora recibido por su familia. Estudió algo rápido y por las redes de su padre lo instalaron en TVN. Un maltratador, soberbio, ignorante, pero jefe. Para ellos todos somos negros, esclavos y hay que hacerlos trabajar, porque siempre están pensando en flojear. Se denominan alicates: “si a mí me aprietan, yo aprieto”. Llego a estas cavilaciones no sé por qué, quizá porque supe que a un director que tuve a los 23 años le dio un ataque al corazón, sobrevivió, dejó de fumar: Gabriel Ulloa Caamaño nunca me humilló ni me maltrató laboralmente. Me hacía trabajar, me ordenaba, exigía, pero con humanidad, sabía dejarme crear y crear cosas nuevas con mis niños. Un jefe como pocos, como casi no he tenido. Pensaba en mi epitafio porque oficialmente 304 chilenos ya no están por el coronavirus, pero hay más, lo sabemos. Ojalá se hayan alcanzado a despedir de las personas que querían, ojalá no los hayan maltratado sus jefes. Hoy vi y escuché con magnífico sonido, (¡¡¡la maravilla de internet!!!), el Concierto para bandoneón y orquesta de Piazzolla. M. Kölner Rundfunkorch, Álvaro Pierrí. Un lujo de cuarentena. Todo ahí, tras la pantalla y el teclado, el mundo. Mi perro y yo salimos como fugitivos a la calle, sin permiso. La comisaría virtual no funcionó nunca. Salimos sin papeles, ilegales y le conté a mi perro lo que se sentía al salir a rayar murallas con consignas contra la dictadura en los años 80. No sé si mi perro entiende algo, pero debe cambiar mi pulso y el color de mi aura y el ritmo cardiaco mientras le narro. No vimos a ningún militar ni policía en los 57 minutos de salida ilegal. Mis gatos no salen, ellos duermen todo el día. Simón en el sillón rojo, la Wifi en la cama de Martín. Todo el día, todo el día, dormilones incansables. Ellos tienen todo gratis, viven en una república comunista de verdad, sin KGB, sin Stasi. Tienen todo asegurado y ellos pagan con la belleza la perfección de sus siluetas, la perfección de su caminar y ese respirar y la elasticidad. Son magníficos ejemplares de felinos. “pequeño tigre de salón”, decía Neruda. 27.219 contagiados y hay 445 apoyados por un ventilador mecánico. Es el costo de tener dos estrategias. “Trabajen como si todo estuviera normal”. Enciérrense, pónganse mascarilla, no se acerquen a otro ser humano. Hoy vi un video del médico Miguel Ángel Solar, una leyenda viva, el gran líder del Mayo del 68 en Chile, la toma de la sede de la Universidad Católica pidiendo reforma universitaria fue un poco antes de eso. Era un líder formidable que terminada la revuelta tomó su título de médico y se fue al campo a ejercer. Podría haber sido un político brillante, lúcido carismático, pero no lo fue, podía haber sido presidente de este país, pero parece que era demasiado honesto para la carrera política. Un hombre íntegro que aparece cuando hay pandemia, tiene 75 años y quizá sea parte del consejo de ancianos que necesitamos. Debiera formar parte de la Convención Constitucional que redacte una nueva Constitución. La patria tiene reservas morales e intelectuales. Preparo la lista de los que pidieron libros y empezaré a ver cómo se los hago llegar, con mucho agradecimiento. Aún hay tiempo, no sea tímido, es un regalo. Ayer hubo 1.247 contagiados nuevos, así no se puede.

 

 

(día 79)

 

martes 2 de junio, 2020

 

El profesor de historia y geografía, Darío Hernán Oyarzún Velasquez, el abuelo de Mariela y Martín, ya no está con nosotros. No le hicieron test de PCR, pero fue el coronavirus. Se fue el chico del siglo XX, el niño que quería ir a España a pelear por los republicanos en 1936. Gracias, a las personas que lo cuidaron durante estos últimos días, sabiendo que corrían peligro de contagiarse. Pena por no haberlo despedido como correspondía. Será un número más en la estadística de mañana. Chile es campeón mundial de mal manejo de la pandemia. Chile tiene 5.614 infectados por cada millón de habitantes, esto es una bomba de tiempo, la peste avanza como ola imparable. Estados Unidos tiene 5.497 por cada millón de habitantes. Y ya viene la hora dura, el copamiento total de todas las camas, todos los pasillos, no habrá ventiladores para nadie. Sucede que nominaron como “Primera Línea” a la última línea de contención. Pensaron que la pandemia se detenía en los hospitales, eso es una estupidez de parte de la fortuna del señor presidente. Creyeron que comprando ventiladores solucionaban todo, cuando los ventiladores era la última opción. La “Primera Línea” era la educación de las personas: no lo hicieron. La primera línea era declarar cuarentenas estrictas a tiempo: No lo hicieron. Debieron repartir mascarilla, guantes, alcohol gel: nada. Seremos los italianos de América. Ellos, los poderosos, los amos, solo piensan en salvar sus negocios. Días duros. Vienen días muy duros. Las gentes salen a las calles porque tienen que comer, tienen que ganar dinero vendiendo cualquier cosa. Otros, que no fueron educados, hacen fiestas y no creen que esto sea tan grave. El ejército y los policías pasean sus armas por la calle como si el virus se pudiera correr a balazos. Nada que hacer. No hay autoridad de sabios, son solo mercaderes. Llegamos a 108.686. Un número muy alto, en un día aumentó en 3.527, pero eso depende de cuantos test tomen (es manipulable). Van 1.188 fallecidos, ya es como si lloviera a chuzos. Pienso en el padre de Manolito de la historieta Mafalda. El almacenero Manuel Goreiro abriría su negocio en medio de la pandemia, él no podía dejar un día de ganar dinero. Bueno, si pudieran hacer un muro por donde no pueda cruzar el bicho, bueno lo harían, allá vivirían los sanos y al otro lado los que producen y mueren. Siempre ha sido así. Bueno, una vida larga la de mi suegro, deja cuatro hijos, entre ellos Eliana, mi esposa. Deja muchos alumnos esparcidos por todo Chile. En Chiloé, en Ancud, alguien lo recordará.

 

 

 

 

(día 86)

 

martes 9 de junio, 2020

 

Hay que quitarle filo a los días, hacerlos más amigables. Hay que cuidarse. Que este encierro, que esta incertidumbre no nos haga daño. Ayer he dejado de consumir noticias; no vi, no quise ver la cara del ministro mintiendo, manipulando. Si sé que el mal existe, para qué comprobarlo a cada rato. Nada de lo que ese tipo haga o diga es correcto, ese tipo representa la banalidad, la vulgaridad de pensamiento y acción. No verlo ya es bueno, hace bien. Hay cosas que son inminentes: la tragedia, pero prefiero mirar hacia otro lado cuando esto pase. Y está pasando, está ocurriendo, pero si me entero y con detalles lo voy a pasar peor. Es mejor poner la mirada más allá. Pensar en la jugada que viene, porque esta partida ya está perdida. Seguirá el desfile de ataúdes. Sí. Pero yo no puedo evitarlo. Se seguirán metiendo en el bosque y yo solo puedo decir: No podemos tener este tipo, esta calidad de autoridades. Mirar más allá, no contaminarse con rabia, pero teniendo bien claro de que son capaces de todo por salvar los privilegios de su clase, de sus iguales, de sus familias. Hoy Lavín se metió a hacer un show a una residencia sanitaria, el mismo que fue el perrito faldero de Pinochet, el que corrió a defenderlo a Londres. Ya, ya, pero por favor, verlo ya me da nauseas. Hay que hacer otras cosas. Hoy conversé largo con Carmen Gloria Quiroz, mi amiga diseñadora, dibujante. Conversar riendo por el computador. Hicimos planes, como siempre, pero no es hablar por hablar, cada vez que nos conectamos salen proyectos, libros nuevos que se hacen. Carmen Gloria y yo hemos publicado cuatro libros ilustrados para niños, uno de ellos ganó un Altazor, ella dibujó un feroz libro ilustrado para grandes: Sobremesa. Somos una dupla llena de éxito. Hace poco me llegó un video donde un profesor básico, un chico joven, les hacía clases a sus alumnos online, utilizando el cuento “Un Gran gato en kamishibai”. Un lujo, una joya. Qué lindo ver cómo el trabajo que hicimos rueda por el mundo y sirve, va contando una bella historia y ese profesor lo leía con cariño, ponía todo su empeño en la función del pequeño teatro; pero todo eso salió de mi imaginación y de la imaginación y las manos de Carmen Gloria, ese gato ya no nos pertenece. Además Carmen Gloria dibujó la portada del libro El Extraño Caso Jack Hooligans, y muchos chicos y chicas me escriben y me preguntan sobre el libro, y apenas haya vuelos deberé volar al encuentro con lectores. Me gustan las conversaciones largas, los cafés llenos de proyectos que luego sí se realizan. Hoy hablamos y ambos estábamos particularmente iluminados; entonces varias cosas saldrán de esa conversación de hoy. No quiero saber más de estadísticas ni gráficos. Está muriendo gente mientras escribo esto, pero ni Bolsonaro ni Mañalich ni Piñera se contagian, esto es muy injusto. Muere mucha gente pero no los que tienen responsabilidad en la tragedia. El mundo no es para nada justo, nunca lo ha sido, algo así decía el poeta Enrique Lihn en una entrevista cuando ya le habían diagnosticado el cáncer que lo mató: “La vida no es justa, un tipo borracho choca en su auto contra un árbol, rompe el auto, rompe el árbol, queda quebrado entero y lo salvan y vive y sigue igual. Pero a una mujer que fue madre ya mayor que ha criado sola a su hijo ya de catorce años, niño bello que es su vida, a ese chico lo mata una camioneta que se subió a la vereda”. La vida no es justa. Hoy trabajé en el futuro. Mi amiga es una antisocial, ermitaña y con trastornos del ánimo y del humor y con un corazón de oro y un talento que raya en lo genial; y se asocia conmigo, un tipo sin ningún orden aparente o más bien dueño de un orden no convencional y muy obsesivo y también bastante antisocial, aunque lo disimula. De esta dupla salen cosas buenas. Conexiones en pandemia, vamos por más. Yo terminaré los cuentos que faltan para los 70, ella comenzará a dibujarlos, pero antes debo concluir la tercera novela de una trilogía de gemelas, gestadas y nacidas en el mismo periodo. Ya hay dos listas, falta una. Ya viene. Mucho trabajo y luego viene esa novela gigante que es Canto de Bambú. Y entre medio mi detective y el magnífico crimen de la hija del comprador de libros. Mucho que hacer. Afuera el horror, aquí adentro, entre pecho y espalda, se hacen proyectos a ritmo febril, todo está por hacerse, hay que hacerlo todo. Hay que ocupar la pandemia para agazaparse y dar el gran salto. Saltar al vacío otra vez, el único juego adictivo que conozco.

 

 

 

(día 100)

 

Martes 23 de junio, 2020

 

El día cien es un número importante, quiero pensar que sea mágico. En 100 días ya he logrado, hemos logrado entender un poco de dónde estamos parados. Cien, quizá dado por la potencia de 10. Que son los dedos de las manos, la izquierda y la derecha. Cuando Gabo quiso hablar de mucha soledad, de una insoportable soledad, habló de “Cien Años de Soledad”, como una cifra inaguantable. Cien también son los años que está llegando a vivir la gente. Hoy celebramos entonces Cien Días de Pandemia, cien días de no encontrarme con mis alumnos. Para mí, profesor, la pandemia empezó el día 16 de Marzo, el día que me dijeron: no venga más al colegio, es mejor por su seguridad y la seguridad de los niños y niñas. No dimensioné lo oscuro ni la densidad del bosque. Duele no abrazar, duele no tocar a los niños, duele no andar en metro ni en micro. La ciudad mirada a ratos desde la ventanilla del auto. Y sin embargo lo he, lo hemos soportado, incluyo a los lectores de este diario que son mis compañeros de viaje. Muchos leen y no dejan una seña, otros sí y lo agradezco. Hoy mi esposa me regaló un maletín, los escritores deben tener un maletín, lo veo en internet, aún no llega. Otro modo de comprar. Recuerdo que me enojaba comprar online, era más barato pero el camión del despacho nunca llegaba el día comprometido y a la hora acordada, y uno tardaba semanas de llamar y reclamar para encontrarse con la bendita lavadora, que uno no la celebraba cuando al fin se incorporaba a la familia. Ahora ese problema no existe, el día que vengan, a la hora que vengan a traerme mi regalo, estaré aquí, aquí, siempre aquí, aquí. Y temiendo seguir aquí. Hoy envié un nuevo cuento a la editorial, preparando una publicación para el 2021. Hoy conté otra vez el cuento del dragón y los niños, me gusta mucho ese cuento, no está publicado, deberá tener muy bellos dibujos. Pienso en que la vida, la buena vida debe seguir, que debo, debemos adaptarnos. Me alegro de ser un tipo de 60 años y que podré jubilarme en cinco años, porque no veo fácil el trabajo de profesor para los años que vienen. Me asusta la dictadura de la tecnología. Hoy vi una foto de una sala de clases en Francia, mi querida Anne Denis estaba sola, no llegó ningún alumno. Los apoderados tienen miedo. Eso creo que pasará en Chile. También se habló en la reunión de hoy, “consejo de profesores” que ya comienzan a fatigarse los niños, tantas horas frente a la pantalla pasan la cuenta. No se puede apretar tanto el acelerador. Hay que acoger, contener, contarles cuentos, escucharlos, hacerlos reír, emocionarlos. Las notas no son lo importante ahora. Nadie perderá el año, será un año de otro tipo de ganancias. Se está fraguando una nueva forma de vivir, una nueva humanidad. Eso creo, a eso apuesto, esa es mi conclusión en estos 100 días de estar con todos. Asustado, como todos, asombrado, como todos, angustiado como todos y riendo a pesar de todo, intentando bromear, como todos. Viendo tan nítidamente al bueno, tan lejos del malo (Violeta). Cien días de asombro, cien días de descubrir que tenía más paciencia que la que creía. Cien días en que he dejado de comer noticias. Ya no, no es información válida. He tenido que hacer fotos del mundo pensando con mi propia cabeza. En la plaza descubrí un peumo y tiene el suelo pintado de pequeños frutos rojos y fragantes. Sueño con una casa en algún lugar donde llueva mucho. Una casa de madera, o tierra adobe. Una casa con un patio largo para poner una cancha de 15 metros de rayuela a la chilena con esos tejos enormes y pesados, ese deporte tan chileno, tan campesino. “Club de Rayuela: Local, visita”. Eso decía el letrero de rayuela que estaba junto a mi casa en la Población San Pedro en La Cisterna. En mi patio quiero un parrón de uva carmenere, uva negrita, pequeña y con un tinte amargo. Quiero 20 metros cuadrados de dengues, para que perfumen la noche. Quiero plantar diez pimientos o molles, árboles de corteza descascarada y frutos rosados y brillantes, hojas pequeñas y buena sombra. Quiero un horno de barro, un baño gigante con plantas y espacio para hacer ejercicios de viejo que cuida su cuerpo. Quiero una cocina grande con una mesa isla y un escritorio amplio para mis libros y mis herramientas. Una biblioteca taller para soldar al estaño, para cortar con sierra, para que el suelo esté lleno de virutas. Nunca se ha dado que yo sepa, una biblioteca taller, pero es un sitio para pasar el último tiempo de mi vida, la última estación para decir aquí he sido feliz entre libros y destornilladores y llaves inglesas y tornillos. En la pandemia pienso en el futuro. En estos cien días he pensado en una casa, una nueva casa, la última. Terminaré pronto mi vida productiva como profesor y tendré una pensión, poca, pero segura. Seguiré escribiendo libros. Quizá alguna vez publique este diario de virus, este espejo en que ya me he mirado cien días y los he visto a ustedes. Un escritor debe hacer que sus palabras reflejen una luz, un detalle, muchas aristas y secretos de la vida de todos. En el fondo no somos tan diferentes. Quizá sea un bonito libro. Pienso en ese otro libro que escribí más 200 libretos de Los Venegas, a 23 páginas cada uno son 4.000 páginas. Ja. Fue un lindo trabajo. Quiero publicar mi libro de 70 cuentos para niños. Hablemos del futuro, de los niños y niñas del futuro. Estamos solos, no hay autoridades ni dioses que nos cuiden. Sigamos pensando que todo estará bien. Sigo viviendo en este submarino donde mi esposa, mi hijo y yo cruzamos por debajo del Polo Norte; a veces viene a vernos Mariela con su escafandra azul y nos saluda desde lejos. Ya vendrá mi maletín nuevo, debo cortarme el pelo. Soy escritor y participaré en una campaña: “No leas pirata”. Es verdad, escribir es un trabajo y los imprenteros piratas se llevan nuestro pequeño 10% del valor del libro. Cuando visito colegios y se hace una larga fila para para que el señor escritor les dedique su libro, palabras bonitas, motivadoras y una firma, jamás he rechazado al que me acerca un libro pirata de mala calidad o fotocopiado. Nunca he hecho pasar una vergüenza a un niño; lo firmo sonriendo, pero sé que la mafia ha ganado dinero gracias a mi trabajo. Sigo escribiendo. Esto es como estar en la pandemia de insomnio. Gabo era optimista, ya vendrá Melquiades, el gitano, y nos traerá la última vacuna creada por los siete sabios de Babilonia. Eso creo.

 

 

Fotos tomadas del video del bailarín Darío Oyarzún Becerra

 

 

 

Luis Alberto Tamayo. Es un autor chileno de amplia trayectoria. Ha publicado libros de cuentos y novelas para público infantil, juvenil y adulto, entre los que se encuentran: El hospital (2013), El extraño caso Jack Hooligans (2016) y Nos cuesta la vida (2019). Es docente y libretista para la televisión chilena. Reside en Santiago.