Influencias literarias

Paquita Suárez Coalla
 

 

 

Durante muchos años no hubo más libros en casa que un misal y un libro de cocina. El primero era de los años en que mi madre iba a la iglesia, cumpliendo uno de los roles sociales de las mujeres de su tiempo y el segundo, según nos contaba, se lo había regalado mi padre al poco de casarse. A falta de otros, acabé acostumbrándome a ver esos libros, y en cuanto aprendí a leer, fueron muchas las veces que los miré, más que leí, con cierta curiosidad. Del libro de cocina me gustaban los dibujos limpios que imitaban todo tipo de ollas y cazuelas, que nadie en casa llamaba ollas ni cazuelas, y la prosa sencilla y aparentemente personal de las recetas. Me gustaba el modo familiar que tenían de dirigirse a las, supongo lectoras, y el extraño interés de complacencia que quería imaginarme cuando me encontraba con expresiones tan sonoras como alejadas de las que nosotros usábamos: “una cucharadita”, “a fuego lento”, “a punto de nieve”.

 

Axioma 4

 

Del misal me fascinaba la versión incomprensible de las oraciones escritas en latín y las vidas de santos que leía una y otra vez en voz alta, buscando coincidencias entre las biografías de aquellos personajes virtuosos y sufridos, y la gente conocida que llevaba sus nombres. Aunque entendía más de estas historias que de los párrafos ininteligibles en latín, nunca de todos modos encontré lo que quería; menos incluso en la biografía de Santa Francisca Romana que, por razones personales, llegué a aprenderme de memoria. Y la Santa, según el misal de mi madre, se había mantenido virgen aun estando casada, hasta los cincuenta y cuatro años en que murió. Lo de “mantenerse virgen aun estando casada”, igual que lo de la circuncisión del Señor que leía el cura en la misa los domingos, era para mí irrelevante.

Sin una idea muy precisa del significado de todas las palabras, y sin que eso supusiera mayor inconveniente, yo leía contra toda comprensión y coherencia, atraída principalmente por el sonido del lenguaje. Años más tarde, cuando lo que entonces faltaba en casa era un espacio para guardar los pocos libros que había podido comprar, buscaría palabras con una devoción similar en las páginas cargadas de adjetivos de los poetas modernistas, de las novelas de Blasco Ibáñez y de los cuentos del Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Pero eso fue más tarde, cuando una cierta educación obligatoria me llevó al modernismo y a otras corrientes literarias, y cuando ignoraba, porque nadie en ningún momento se hubiera atrevido a enseñármelo, la importancia que en su día pudieron haber tenido en mí las lecturas erráticas del misal de mi madre, las del libro de cocina también de mi madre, las de las fotonovelas en blanco y negro de mi tía, las de las esquelas de los periódicos de los fines de semana y las de las listas interminables de nombres —que hoy sigo leyendo— del santoral del calendario.

 

 

Paquita Suárez Coalla es una autora asturiana y cofundadora de la asociación cultural LART (Latino Artists Round Table). Ha compilado el libro de testimonios La mio vida ye una novela (2001), y ha publicado los libros de cuentos Panun escaeceme (2003) y El día que nos llevaron al cine (2007). Es profesora de estudios hispánicos en BMCC, CUNY.