Sobre los artistas

Lydia Rubio
 

En muchas de sus obras Lydia Rubio combina palabras e imágenes, acompañándolas con sus diarios de trabajo a fin de crear una sensación de intimidad y juego de espejos múltiple que acaba revelando al espectador/lector de sus recorridos. Cuadros, instalaciones y proyectos de arte público a gran escala, forman parte de una búsqueda que se extiende a lo largo de varias décadas de intensa y prolífica carrera. Las obras aquí incluidas pertenecen a las series “Axioma” y “Parque de la 79”, donde  la artista, tal cual ella misma nos indica, “investiga las representaciones pictóricas de objetos imaginados o percibidos”, con la intención de consignar una memoria donde, quien se ubica al otro lado de la imagen, encuentra conjunciones con su propia trayectoria. A caballo entre Miami y Bogotá, ciudad donde reside actualmente, Lydia Rubio sincretiza culturas y voces mediante un ojo alerta a las modulaciones y cambios del paisaje imaginario o real, cual es el caso de “Parque de la 79”. “Elegí perros, amigos y árboles, utilizando una narrativa circular y reiterativa, con referencias a Dimanche à la Grande Jatte de Georges Seurat y a su mundo burgués y tranquilo, hoy en vías de extinción. Observando desde mi apartamento del cuarto piso descubrí, en el parque de la 79, una realidad maravillosa: el espíritu poético de Bogotá”.

 

Painters-Diptych

 
 
Tomás Opitz
 

La arquitectura del cuerpo y el cuerpo de la arquitectura se conjugan en las fotografías del artista y arquitecto Tomás Opitz incluidas en Enclave. De ese doble diálogo estallan las referencias a pieles y ciudades que, como las de Ítalo Calvino, siguen dándole forma al deseo de recorrerlas. Y es, justamente, el doble recorrido entre Caracas y, especialmente Budapest, donde al presente desarrolla su trabajo, lo que le permite al creador proyectar una mirada alerta sobre las geografías por él consignadas. Berlín, París y Nueva York se constituyen en las metrópolis aquí seleccionadas, siempre fragmentariamente, para que el reconocimiento de su identidad urbana pase por el tamiz de las preocupaciones del fotógrafo mismo. No en vano, al referirse a la serie de desnudos, Tomás Opitz nos indica que “busca crear una atmósfera teatral, revelando mediante juegos de luz y sombras el misterio del cuerpo masculino. Con estas imágenes quiero manifestar la libertad de acción hacia el deseo que nuestras sociedades reclaman. Si, desde su replanteamiento a través de la fotografía del siglo XX, el cuerpo del hombre quedó enmarcado por el estereotipo, no es menos cierto que su vinculación problemática a la homosexualidad siempre estuvo en primer plano. Esta serie formula preguntas sobre el tema, intentando que las miradas del espectador no se queden en el voyerismo, sino más bien encuentren respuestas en la naturalidad de las formas, abriendo así un refugio para mostrar y presentar, sin falsos disimulos, el cuerpo masculino”.

 
Opitz