El almendro florido

Patricia Guzmán

 
Versos entretejidos con los Salmos 20, 23 y 27, el Éxodo, y la Copa para el Shabat de De la Rica, inmersa en la mística nupcial de la bienaventurada de Amberes, ante la última rosa de Ajmátova, entre las de Rilke, Blake y Di Giorgio, y a la escucha de la tórtola que entreví en las Moradas de los Corazones de Al Nuri, el llamamiento de Hesse y la desolación de Celan.

 

I.

 

Despójame de todo, pero déjame

la frescura de esta rosa encarnada

 

en el aire perfumado y ardoroso

que derrama como relicario el almendro florido

anunciando la luz increada

el deseo renacido de un pájaro

asido al séptimo brazo del árbol de las nupcias

 

el deseo renacido de una tórtola

que suspira al alba de una rama,

entona su queja

 

queja de Novia

de Santo

 

fruto dorado para alimentar

un varón perfecto

que no se marchite niño

 

Mi cabeza

en el olvido de todo

levanto

para contemplar la hermosura de la rosa encarnada

y despertar cada día en su seno

 

El canto del pájaro renacido

ha de guiarnos hasta el relicario

y con júbilo,

deslizando cada cuenta entre sus alas,

ha de invitarnos a cantar

 

Cuando fieros me invaden los malvados 

para comer mi carne,

mis enemigos

resbalan y sucumben”

 

De cara a la rosa

y embebido en el licor del almendro florido

asciende y clama

 

 “Aguarda al Señor

 

 esfuérzate

y aliéntese tu corazón.

 Sí

aguarda al Señor”

 

Extasiada quedo

ante el hijo varón de las rosas

amortajadas

 

Extasiada quedo

ante la rosa que exhala

su aroma turbador de santa desnuda

 

Como flor de harina

cae del séptimo brazo del árbol de las nupcias

y vierte vino sobre el pájaro absorto

en alabanza de cenizas

 

Sedienta de palabras

me inicio en el fin de cada comienzo

que aletea la tórtola

en el fondo de la copa

allí

donde flota el alma de la rosa renacida

de la rosa encarnada

en el árbol del almendro

 

Rosa de nada

de Nadie rosa

qué me reclamas

 

Despojada de todo

asida a un lirio blanco mancillado

entreveo a la tórtola rezumando piedad

al pie de la virgen

amortajada con plumas

 

Rosa de nada

de nadie rosa

qué me reclamas

 

Acaso

mirar hacia lo alto

desquebrajados cielos

al resplandor de la luz increada

 

Ángeles y santos

den por mí

gracias a quien mora

en el corazón recóndito

tras la ciudadela

cercada por tres jardines

escarchados

de aves

Rosa de nada

oro por ti

en vigilia me estoy

hasta que de los brazos del almendro se desprenda la tórtola

 

Y apago los cirios

Y me santiguo con la rosa llameante

con la rosa resurrecta

en el centro del corazón de la Rosa de Jerusalén

 

R Rosario 5
 

II.

 

Aves de plumaje purpúreo

ascienden reverentes desde los acantilados

y enhebran versículos al oído del pájaro absorto

abismado ante amapolas

ciegas

y encendidas

 

Alta está la flora del alma

Al soplo del Ángel se levantan las espigas

y los campos florecen entre las alas de la desolada tórtola

 

La rosa en soledad avanza

en soledad ruega

Que el Rey nos responda

el día que clamemos”

y unja mi cabeza con aceite del almendro

ahora que todo languidece

 

y sienta esta sed de sentarme junto a Él

y de alcanzar el goce

la resurrección de la rosa

 

La rosa en soledad avanza

en soledad ruega

Qué el Rey nos responda

el día que clamemos”

y unja mis labios con aceite del almendro

e inclinada ante Él

bese sus manos

—y me santigüe—

bese sus pies

—y me santigüe

con el ala de la tórtola—

 

Y enciendo el pebetero

para que el aroma del sahumerio

perfume el camino que me conduce hasta Él,

esparciendo humo

esparciendo silencios

 
Rosario 14
 

III.

 

La naturaleza desolada y estéril

despojada

estalla de nuevo

y la tórtola revive

 

Mas, presa me hallo

entre el ardor y la espera

afiebrada y expectante

 

hasta que la desnudez descubra la belleza

el instante en que el amor sale de sí

y nos mira y aniquila

 

Él,

me absorbe

me hunde en el ardor y el frío

en la sublime tiniebla de las almas penitentes

 

Y con sed de sabiduría divina

de plenitud

me entrego

como la bienaventurada beguina de Amberes

en el amor desnudo, sin palabras ni porqués

 

Patricia Guzmán. Poeta, ensayista y periodista venezolana. Su obra poética incluye De mí: lo oscuro (1987), Canto de oficio (1997), El poema del esposo (1999), La boda (2001), Con el ala alta (2004) y Soledad intacta (2009). Profesora de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.