El final del túnel y otros poemas

Marcos de la Fuente

 

 

 

El final del túnel

 

En Nueva York el cielo se llena de helicópteros,

zumban en las tardes de una primavera pandémica,

el virus es odio y miedo que sale de nuestras fosas como un mal sueño,

el racismo enquistado en la historia solo curará si aceptamos y comprendemos,

una herida que no se cierra y sangra cuando callamos, bajamos la cabeza, miramos al suelo.

 

Poetas,

desde tejados y cuevas,

juegan a enunciar el sentir de los que temen,

la clarividencia, una sucesión de palabras desde el interior,

se verbaliza en un arranque vulnerable, la detonación de cuerdas.

 

Olvidadizos somos, ágiles desmemoriados.

Después de la pesadilla, la calma,

el despertar de la conciencia, si no estaba ya despertada,

la alerta como hoja que permanece,

y se refugia ante la gota mínima, el abrazo largo.

 

Los sentidos han cambiado.

 

Se adaptan ahora en la superviviencia de una especie

que se arroja por el acantilado, para luego aferrarse al resquicio ardiente de una gravedad pesada,

inusitada,

demasiado elevada en la cuesta, demasiado oscura para ser el final del túnel,

demasiada pereza para encontrarla, para plantarle cara,

para imaginar un mundo nuevo.

 

El que merecen los que vienen.

 

Estamos buscando la manera de conseguir un nuevo mundo.

 

Los momentos que nos robaron

no fueron aquellos que más nos gustan,

ni los que mejor recordamos,

esos siguen pasando, solo cambian de escenario.

Los momentos que nos robaron

fueron los minutos de cada día,

los segundos en botes ya cerrados,

 

Nadie pudo, hasta ahora, abrirlos.

 

 

Nación de islas y puentes

 

Acaso no está tan solo el hombre

que aceptaría cualquier limosna que le demos,

cualquier leve roce de esperanza o compañía,

 

Acaso no te traga esta ciudad como una boa engulle

a un gorrión gorgiblanco, que ajeno a la crueldad de esta existencia

se posó un leve instante para contemplar,

 

Acaso no compone tu cuerpo,

al caminar decidido por las aceras de Williamsburg,

la medida exacta del poema que ansiabas escribir.

 

Para qué construyeron ascensores si ellos,

en lo alto,

no los necesitan,

 

Para descender a este muladar,

sentirse vencedores al mirarnos

desde su fingida condescendencia abolengada.

 

El infierno existe para que deseemos el cielo,

 

El cielo existe para tener un lugar a donde ir,

 

Un anhelo lucubrado en la ausencia,

la derrota,

la lágrima que dejaste sin derramar

y guardaste para tiempos mejores,

 

Un paraje desconocido repleto de aquello que nos negaron.

 

Acaso no parece

que pusieron una montaña encima de la montaña,

y así hasta que nadie fue capaz de llegar a la cima,

 

Acaso no te hundes en el mail no contestado,

en la fría respuesta, la negativa a un sueño

que amasaste con tus manos durante años,

 

Acaso no te enciendes

en la petición aceptada, la respuesta afirmativa que sienta

como una mañana de sol en la playa de Barra.

 

En esta cordillera de quemaduras y precipicios,

Nadie está a salvo.

En este complejo de metal y concreto,

Nadie regala ascensores hasta lo alto.

En esta nación de islas y puentes,

No se es ciudadano hasta que se elige un bando.

 

 

 

 

The state of things

 

We are not here,

We have come to visit

the memory when we were once here,

An image contemplating us

that grows on the sand of a broken clock

in the glass of lethargy,

It splits and grows

along two paths that look at each other,

and hold at each other,

fearing from above waiting for the next movement,

His ruby mask only hides a sick tyrant

twisting around his own madness for power,

the devil on earth,

the main guest of a future nightmare.

 

In the meantime

 

Children locked in cages at the border,

children dying on the shore of a dead continent,

living people wishing to occupy the place of the dead people

in the niche of a staggering society,

 

We imagine, we dream

rave of colors for black and white realities,

We are too different to be the same,

We are too similar to change the state of things,

 

Celebrating the low-spirited delirium of knowing us alive.

 

Que hablen los muros,

que hable la piel,

que hable el spray, el humo y el agua,

que hablen los cuerpos tumbados en el asfalto

y digan cómo nos sentimos todos

en estas noches tristes de América.

 

 

The world is watching

 

White walls, lights on the floor

Smoke, smoke

Dirty walls, daily walks

One wish

A lot of LOVE

The noisy epiphany told generation after generation

An iridescent message

The right place at the right moment

A proud eye that holds the gaze because the world is watching.

 

We take care of the Earth and the Earth will take care of us

 

We take care of the essence and the volcano will be unleashed in a future and powerful certainty due to the fluidity of our findings

 

Boiling in the ambitions acquired, the complexes disappear

 

Unlearning we are doing we will become the real ones we will remember when we get older.

 

Hirviendo,

La sintonía de los cuerpos que escuchan la llamada

¿Cuántos auténticos?

¿Cuántos vagando por el desierto?

¿Cuántos en la jungla de asfalto que es este pueblo?

 

Hirviendo,

En el barrio se encontraron los lugareños

En una gran olla de barro metieron sus sueños

Se miraron a los ojos y decidieron hacerlo,

 

Hirviendo,

Hot head, cold feet

Smoke, smoke

Floating in Brooklyn we seek the new balance

Taking care of our garden because it’s everyone’s garden.

The world is watching what we are doing

Please let’s give them something really good

The most shameful honesty

The highest root in his greed for food.

 

 

 

Marcos de la Fuente.es un poeta y activista cultural gallego. Practica la acción poética, la performance y el spoken word, con o sin música, además de recitales y micros abiertos. Organiza el festival Kerouac de poesía y performance, en Vigo desde 2010 y en Nueva York desde 2016. Ha publicado el poemario Las partículas brillantes (2015) y el disco Isla Futura (2017). Vive entre Galicia y Nueva York.